[Quentin]
Los primeros meses son la alegría, el segundo trimestre la expectativa, y en el caso de Isabel el tercero fue perfecto. Su embarazo llegó a término hace unos días atrás y ahora todos estamos esperando el momento de que el bebé decida llegar a nuestra familia y mientras tanto arreglamos todo para que cuando sea el día no haya nada de qué preocuparse.
Isabel, desde el séptimo mes decidió retirarse de “Amistoso Menú” y dejar al mando a nuestra nueva socia, Vivianne, quién entró al negocio ya que su madre que es enfermera nos consiguió dos casas de descanso más y decidimos aliarnos con ella y que creciera más. Ahora, mi Isabel es toda una empresaria y nada más estamos esperando que el bebé nazca para que el sueño del restaurante se haga realidad.
Yo, por mi lado, anuncié en la junta de socios que me retiraría por unos meses para poder disfrutar no sólo del nacimiento de mi bebé si no después de éste, ya que quiero estar presente en cada desvelo, trasnochada, llanto y risas de este hermoso ser que está a punto de llegar, además de que quiero ayudarle a Isabel en todo y ser padre de nuevo de un recién nacido como tanto lo he querido.
Lea, nuestra pequeña e inteligente hija, es la que está más emocionada y todos los días le pregunta al bebé si está apunto de llegar, porque le urge saber si será niño o niña y hacer un bonito cuando para regalarle. Ella, ha ido desarrollando más y más sus habilidades artísticas, así que estoy pensando construirle un pequeño estudio en el extenso jardín para que ahí tenga su espacio y pueda pintar, jugar, leer y hacer lo que quiera, ya que se lo ha ganado a pulso. No sé si Jaqueline hubiese querido que su hija fuera pintora como ella, pero al menos, eso es lo que nosotros pensamos que un día será.
Sin embargo, debo confesar que entre más pasan los días, mas nervioso me pongo de dejar a Isabel sola por lo que ahora parezco guardaespaldas detrás de ella, aunque a ella no le guste, por si en algún momento comienza el trabajo de parto y debemos llamar a todos los involucrados ya que por decisión propia el bebé nacerá en casa y en parto bajo el agua para que la pierna de Isabel no sufra daño y ella pueda concentrarse en el bebé y no en preocupaciones extras.
—Estoy bien amor.— Me vuelve a decir cuándo sale por décima vez del baño y camina hacia el pasillo.
—Lo sé, pero se supone que la fecha de nacimiento del bebé fue hace dos días por lo que puede ser en cualquier momento amor, así que más vale prevenir.
Ella entra al hermoso cuarto decorado de una forma bastante única, ya que Léa lo ha hecho. Sola pintó un hermoso paisaje con nubes, flores y animales, e incluso Anky está ahí retratado y esta idea surgió ya que al no saber el sexo del bebé no sabíamos qué pintura poner por lo que pinté las cuatro paredes de blanco que se convirtieron en un enorme lienzo que mi hija aprovechó.
Isabel pone una de las mantas sobre el sofá y luego voltea a verme.— Llegará, tal vez el bebé sea el más tranquilo de esta familia y haga las cosas a su modo y a sus tiempos sin aceptar presión de nadie, ni siquiera mía.
Ella se acerca y pone mi mano sobre su vientre—¿Qué pasa? — Pregunto.
—¿Sientes como se mueve? Está bien amor, yo lo siento todos los días y está bien, en cualquier momento dirá, es ahora un nunca y saldrá. Además la piscina está lista en el estudio, la partera básicamente duerme aquí, el doctor también hasta la enfermera, entonces no debe de haber ningún signo de preocupación.
La abrazo, y me encanta sentir su abultado vientre pegado a mi cuerpo y aunque ya no la puedo rodear toda con los brazos aprovecho estos últimos momentos en que podré sentirla así de embarazada.
—Lo siento mi amor, me preocupo porque quiero que todo salga bien.
—Y saldrá Quentin, no debemos caer en lo malo y siempre debemos pensar en lo bueno, porque si este bebé viviera mal ya nos hubieran avisado antes ¿sí? Ahora mejor relajémonos y bajemos con tu hija que está muy callada y sospecho que tiene algo que ver con la pintura de sus cuadros.
Me río.— Tienes razón, no pensaré nada malo que el bebé llegue cuando tenga que llegar, y te prometo que pronto veré lo del espacio de pintura para que el sillón que escogimos de color blanco no tenga otra mancha de azul.
—Gracias.— Contesta entre sonrisas.
Ambos bajamos a la sala para descubrir que sí, Lea había tirado pintura blanca sobre el sofá y que afortunada no había mucha diferencia con el blanco de éste, así que se le pidió que dejara de pintar en la sala y mejor lo hiciera en la cocina donde la pintura sobre azulejo era mucho más fácil que nada. Entonces el día pasó en tranquilidad y armonía, sin preocupaciones ni nada que pudiera alarmarnos y así fue también la noche hasta que nos fuimos a dormir debido al evidente cansancio que Isabel tenía.
A la magna siguiente, abro los ojos antes de que el despertador suene, una costumbre que tengo desde hace mucho tiempo ya, volteo a ver a Isabel que se encuentra profundamente dormida a mi lado, me pongo de pie y le doy un beso sobre la frente.
—Buenos días mi amor.— Hablo bajito.
Tomo mi móvil, me pongo los auriculares comienzo a escuchar las noticias financieras, nacionales e internacionales. Me acerco a la habitación de Lea y le abro la puerta a Anky quien sale corriendo escaleras abajo, como todos los días, para salir por la puerta de la cocina hacia el jardín a hacer sus necesidades.
Voy hacia la cocina, abro la alacena, bajo los filtros del café lo pongo sobre la cafetera para después llenarlo con cuatro cucharadas del café descafeinado que tomo desde hace meses atrás, pongo el agua y la cierro. Voy por dos tazas y en la pequeña tetera de vidrio hago la mezcla del té favorito de Isabel, pongo el agua caliente y espero, lo hago recargado sobre la barra de la cocina cuando de pronto siento algo diferente, así que volteo hacia abajo para notar que parte de mi pierna está mojada.
—¿Qué demonios? — Murmuro cuando en eso me quito los audífonos para escuchar la voz de Isabel.
“¡Quentin!”
—Merde! Merde! Merde!— Expreso mientras salgo lo mas rápido que pudo escaleras arriba para ver a Lea parada afuera de su habitación.
—¿Qué pasa?
—El bebé está por llegar, cámbiate de ropa por favor.— Hablo firme y la niña se mete enseguida a la habitación.
Al entrar puedo ver a Isabel sentada en la orilla de la cama respirando, llego de inmediato y le tomo la mano preocupado.
—¿Estás bien?
—Sí, sólo fue el susto, pero estoy bien, las contracciones aún son leves.
—Muy bien, llamo a todos para que preparen la piscina ¿si?
Me levanto e Isabel me toma del brazo.— Te amo.— Me dice emocionada.
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