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El secreto que nos separa novel Chapter 939

Capítulo 939 El agua

Cuando vio que Roxanne quería echarle un vistazo a su estómago, Benny le quitó los brazos sin protestar. Roxanne acarició la frente de Benny. Sus ojos estaban llenos de angustia.

Sin embargo, después de examinar a los dos niños, Roxanne aún no pudo llegar a un diagnóstico. A medida que pasaba el tiempo, el dolor de los niños se hizo cada vez más intenso.

Roxanne se sintió inmensamente impotente e impotente en ese momento. Se culpó a sí misma por haber llevado a los niños al campamento sin cuidarlos adecuadamente.

Su culpa y angustia estaban claramente escritas en todo su rostro. Archie notó el estado de ánimo de su madre y se acercó a ella en silencio. “Mami.”

Su voz sacó a Roxanne de su ensimismamiento y se obligó a calmarse. Luego, dijo: “Traje un botiquín con nosotros. ¿Puedes ir a buscarlo a la tienda y traerlo aquí?

Los niños sufrían un dolor insoportable y, sin embargo, Roxanne no había logrado localizar la causa. En ese momento, solo podía hacer todo lo posible para aliviar sus síntomas.

¡Les daré un medicamento para el dolor primero! ¡No puedo equivocarme con eso!

Archie reapareció a los pocos minutos con el botiquín, que colocó en el suelo junto a Roxanne.

Roxanne agitó varias pastillas analgésicas en la palma de su mano. Le dio uno a cada uno de los dos niños enfermos y se sentó a esperar que hiciera efecto.

“¿Cómo se sienten ustedes dos?”

Solo podía pensar en dos posibilidades para la causa de su repentina enfermedad. Una fue que los niños se habían esforzado demasiado mientras jugaban y se resfriaron. La otra era que de alguna manera estaban infectados por una bacteria aquí en el desierto.

Sin embargo, esto no explicaba cómo Archie de alguna manera había escapado al mismo destino.

De hecho, Archie no mostraba ningún síntoma en absoluto.

Archie frunció el ceño y se palmeó el estómago. “Me duele un poco la barriga, pero solo un poco”.

Mientras hablaba, hizo un gesto a Roxanne con las manos, mostrándole que realmente no tenía mucho dolor.

La sospecha cruzó por el rostro de Roxanne. Sus ojos se dirigieron a Benny y Estella de nuevo.

Habían pasado cinco minutos desde que le había administrado el analgésico. Sin embargo, los dos niños no mostraron signos de alivio del dolor.

Estella tenía tanto dolor que había dejado de retorcerse. Estaba acurrucada contra el borde de la tienda mientras una capa de sudor frío cubría su pequeño rostro.

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