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El secreto que nos separa novel Chapter 976

Capítulo 976 Dámela

Treinta minutos después, el auto de Sonya se detuvo lentamente en la entrada de la residencia Farwell. Para entonces, Estella, que estaba sentada en el asiento trasero, se había quedado en silencio.

Sonya lanzó un suspiro de alivio interiormente porque pensó que Estella finalmente había terminado de llorar después de llorar durante todo el viaje a casa. Para su sorpresa, vio que el rostro de Estella aún estaba cubierto de lágrimas cuando abrió la puerta del auto.

Estella se había cansado de tanto llorar, pero seguía llorando en silencio. Al ver a Sonya abriendo la puerta, Estella ni siquiera se molestó en volver la cabeza hacia Sonya.

A Sonya le dolió el corazón cuando vio a su nieta sollozar en silencio. Extendió la mano para levantar a Estella en sus brazos y la consoló impotente: “¿Por qué sigues llorando? ¿De verdad te gusta tanto Roxanne? ¿No te trato lo suficientemente bien?

Estella negó con la cabeza. El corazón de Sonya se hundió cuando vio eso. ¿Essie se está volviendo rebelde por culpa de Roxanne? Esta niña ya ni siquiera me quiere.

Su ira hacia Roxanne se intensificó. Justo cuando Sonya estaba a punto de decir algo, Estella de repente envolvió sus brazos alrededor del cuello de Sonya.

Estaba usando sus acciones para mostrarle a Sonya que todavía la quería. Al darse cuenta del gesto, Sonya se sintió mejor y su expresión se suavizó.

Mientras limpiaba las lágrimas de las mejillas de Estella, Sonya dijo: “Escúchame, ¿de acuerdo? Como ella no te quiere, ¡también la dejaremos fuera!”

En ese entonces, la cruel decisión de Roxanne de abandonar a Estella siempre había sido una espina en el costado de Sonya.

Estella no sabía de qué estaba hablando Sonya. Pensó que Sonya estaba hablando mal de Roxanne y comenzó a llorar una vez más.

En ese momento, Sonya se sintió completamente impotente y frustrada. Todo lo que podía hacer era llevar a Estella a la mansión.

“Sra. Adiós, señorita Estella —saludó Catalina respetuosamente cuando los vio entrar. Había estado arriba diciéndole a Lucian que bajara a comer.

Tan pronto como terminó su oración, notó que el rostro de Estella estaba empapado en lágrimas.

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