Capítulo 363 Aquí por tu dinero
Kathleen llegó a la puerta de la oficina de Samuel y anunció su llegada llamando a la puerta.
La puerta se abrió de golpe muy pronto.
Samuel fue quien le abrió la puerta. “La próxima vez que estés aquí, no olvides que no estás obligado a llamar”.
Al escuchar eso, Kathleen se quedó perpleja por un momento antes de responder: “No, eso sería demasiado descortés”.
Samuel le hizo un gesto para que entrara.
Cuando entró en la oficina, su curiosidad se apoderó de ella. “¿Fui tan maleducado en el pasado?”
“No claro que no.” La voz de Samuel era tan profunda como un pozo sin fondo.
“Eso es bueno, entonces. Realmente no deseo ser despreciado por mi actitud”. Un suspiro de alivio salió de la boca de Kathleen.
Sin embargo, fue desgarrador para Samuel escuchar esas palabras. “No importa lo que otros digan de ti, eres una gran dama”.
Gentil, suave, inflexible y valiente.
El elogio de Samuel dejó a Kathleen estupefacta por un segundo. “Gracias por el cumplido.”
Mirándola fijamente, Samuel dijo: “Dame un minuto. Arreglaré algo y luego podemos ir a encontrarnos con esa persona”.
“Si hubiera sabido que todavía estás ocupado, no habría venido aquí”, se quejó Kathleen.
“¿Eh? ¿Por qué?” El hermoso rostro de Samuel se congeló al escuchar eso.
¿Perdería una extremidad por esperarme un poco?
“Sabes, justo ahora, vi a Xienna abajo”. Kathleen parecía estar insinuando algo. “Estaba muy preocupada por ti y cree que te estoy haciendo daño”.
Al escuchar eso, Samuel frunció el ceño. “¿Debería ser responsable de sus acciones?” Una mueca insondable inundó su buena apariencia.
Kathleen se dio cuenta de que se había descontrolado y mantuvo los labios apretados mientras examinaba su entorno.
En un instante, sus cejas se juntaron con fuerza. “Durante mi última visita, le pregunté al médico sobre mi condición. Afirmó que mi tipo de amnesia podría mejorar con bastante facilidad si tuviera contacto frecuente con las personas y los lugares a los que estoy acostumbrado, pero ¿por qué no siento ninguna familiaridad cuando entro aquí?
La voz ronca de Samuel vino en respuesta. “Eso es porque rara vez estabas aquí”.
Asintiendo, Kathleen estuvo de acuerdo con su afirmación: “Bueno, no puedo debatir eso. Este es tu lugar de trabajo, después de todo.”
Un sentimiento de amargura invadió el corazón de Samuel.
Debería haberle permitido visitar mi oficina tan a menudo como pudo en ese entonces. ¡Puaj! Todo es gracias a esa Nicolette.
Aun así, Kathleen no pensó demasiado, lo que hizo que Samuel se sintiera aún más angustiado.
Su comportamiento actual solo significaba una cosa: no quedaba ni un poco de afecto por él.
Si todavía albergara sentimientos por él, hace tiempo que habría descubierto la verdad detrás de esto. Ella nunca aparecería toda tranquila y serena justo delante de él.
En ese momento sonó el teléfono de Samuel.
Respondió a la llamada, solo para escuchar a Xienna sonar muy agraviada.
“Señor. Macari, vengo a decirte algo muy importante, pero los guardias de seguridad no me dejan pasar”.
Eso hizo que Samuel hiciera una pregunta. “¿Qué asunto podrías tener? Puedes decirlo por teléfono ahora mismo”.
“Kathleen debe haberte dicho algo, ¿no?” Una ola de ira estalló como un volcán dentro del corazón de Xienna. “¡No la escuche, señor Macari! ¡Está llena de nada más que mentiras!
Luego vino la voz helada de Samuel, “¿En serio? Pero ella ni siquiera ha mencionado nada. Todo lo que entiendo es que estás tan ansioso por comenzar a señalar con el dedo.
Xienna casi se ahoga con su propia respiración al escuchar eso.
“A partir de hoy, ya no eres el médico de familia de los Macaris”. Después de soltar la oración prohibitiva, Samuel cortó el teléfono abruptamente.
Sorprendida, Kathleen se quedó clavada en el suelo, con la boca abierta.
Samuel simplemente agachó la cabeza mientras continuaba enterrando su cabeza en la pila de trabajo.
Mientras su imponente figura estaba bañada por el sol dorado, era como si brillara con calidez y energía radiante. Aun así, eso nunca fue suficiente para disipar su vibra escalofriante.
Después de todo, siempre había representado un porte frío y distante.
“Me has estado mirando durante tres minutos”, anunció Samuel mientras miraba la hora. “Acércate más si estás tan interesado. Yo no muerdo.
Sintiéndose sin palabras, Kathleen dio un paso atrás en silencio antes de dejarse caer en el sofá.
Con su voz profunda, Samuel preguntó: “Ahora que estás de vuelta, ¿qué planes tienes en mente?”.
Kathleen lo miró de soslayo y espetó: “Estoy pensando en iniciar un negocio”.
Samuel hizo una pequeña pausa antes de hacer otra pregunta: “¿Qué tipo de negocio?”
“Un negocio farmacéutico”. Kathleen trató de dilucidar su punto de vista. “No podía recordar el pasado, y ya no anhelo mi carrera como actor. Pensé que preferiría tener una oportunidad en lo que soy bueno”.
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