Capítulo 82
Kathleen frunció los labios en silencio mientras Yvette echaba humo.
-No la hemos reganado. Todo lo que hicimos fue decir algunas verdades.
-¿Qué verdad podria salir de la boca de perras como ustedes?
Yvette se quedó sin palabras, mientras que Sandra se quedó helada.
-Sr. Macari, sabemos que ella es la tercera persona que ocupó el lugar de Nicolette -Yvette recordó-: ¿No es Nicolette su verdadero amor?
Los ojos de Samuel estaban vidriosos con una capa de escarcha.
-¿Quien te crees que eres para tener la audacia de decir que sabes quién es mi verdadero amor? Me parece que ambas quieren morir.
Yvette se quedó atónita. «¿No es Nicolette el verdadero amor de Samuel? ¿Qué quiere decir?>>
Kathleen miró a las dos hermanas con frialdad.
-Sam, ¿ya no recuerdas a esta mujer? –inquirió mientras levantaba un dedo para señalar a Sandra.
-No -Samuel añadió con asco-: ¿Por que iba a recordar a una mujer cualquiera? Soy tu hombre: ¿no puedes ser un poco celosa?
Sandra e Yvette se quedaron atónitas. «¿Acaba de decir Samuel todo eso? ¿Cómo pudo decir esas cosas?>>
-De todas formas no te gustan, asi que ¿por qué deberia estar celosa? -a Kathleen le pareció que su pregunta era muy confusa. Pero a Samuel le disgustaron sus palabras.
-¿De verdad no tienes ninguna impresión de ella? – pregunto Kathleen una vez más.
– No. ¿No es molesto preguntar esto una y otra vez? Sólo tengo ojos para ti -aclaró Samuel, que temia responder mal.
Sin embargo, para ser justos, sí que habia olvidado quién era Sandra. Kathleen se giro para mirarla, cuyo rostro estaba pálido como una sábana, y dijo:
-Te esforzaste tanto entonces, pero al final ni siquiera recuerda tu nombre. Que pena.
Al oir eso, la cara de Sandra se puso aún más pálida.
-Kathleen, no te pases de la raya -echó humo Yvette.
-Pasarme de la raya? – Kathleen se burló-: Fuiste lú la que me insulto primero, diciendo que soy una puta rompehogares. Hay cámaras de vigilancia aqui: deberíamos revisar las grabaciones?
Yvette se sintió culpable. Y Kathleen miró a su hermana.
-le adverti hace un momento que debías contener a tu hermana. Como no has hecho caso a mis palabras,
no me culpes por tomar medidas,
Esta última entró en pánico:
– Kathleen, no te atrevas!
Sandra, por que le tienes miedo? -la falta de tacto de Yvette echó más leña al fuego-: No es más que una rompchogares que monopoliza el hecho de ser huérfana para ganar simpatías y arrebatarle el hombre a otra. Que desvergüenza.
Sandra desco poder abofetear a su hermana allí mismo. «¡Callate!», penso.
Kathleen hizo una mueca, se dirigió a Samuel y le pregunto:
-Sam. įrecuerdas que Wynnie te organizó una fiesta de cumpleaños en casa cuando tenias veinte años y muchos de tus compañeros de curso estaban invitados?
Este asintió con una expresión gélida:
-Si. Aquella vez estaba borracho.
-Asi es-Kathleen miró a Sandra y continuo-: Esta mujer se coló en tu habitación y quiso quitarte la ropa.
La sangre se dreno de la cara de Sandra al instante, y Samuel frunció las cejas.
-¿Que has dicho?
-Lo vi con mis propios ojos. Fui yo quien la detuvo. Si no, la persona con la que estarias casado ahora mismo seria ella -con un suspiro, continuó-: Pero me arrepiento de haberla detenido.
-Callate -le ordenó Samuel con disgusto.
-¡Estás mintiendo! -exclamó Yvette conmocionada-¡Mi hermana nunca haria eso!
– Incluso se arrodilló delante de mi aquella vez. De hecho, tengo imágenes de lo que pasó. ¿Quieres echarle un vistazo? -dijo con frialdad.
Yvette se quedó estupefacta:
-En principio, este asunto había terminado hace tiempo, pero tú has provocado esto -el tono de Kathleen era suave, pero a la vez muy frio-: Es una pena que tenga una hermana como tú que le cause problemas.
-¡Eso es imposible! – Yvette sacudió la cabeza con fuerza-: ¡Puta!
Sandra la abofeteó antes de que ésta pudiera terminar sus palabras.
-¡Deja de causarme problemas, mierda! -Sandra estaba tan livida que le dolían las entrañas.
¿Que pasaria si la familia Sullivan se enterara de eso? Yvette se quedo boquiabierta ante la accion de su hermana
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