Capítulo 1097
Sabrina dejó que la matriarca se ocupara de Emma. Aunque Emma fue adoptada, seguía siendo miembro de la familia Santander.
Y Sabrina ya no queria enfrentarse a los admiradores de Fernando.
Entonces, ella puso la pelota en la cancha de la matriarca. Respetaría la decisión de la matriarca siempre y cuando Emma dejara de
aparecer.
Después del incidente, Fernando se dio cuenta de que Sabrina trató con mujeres que intentaron seducirlo muchas veces en los últimos dos años.
Sabrina estaba cansada de eso e incluso quería divorciarse.
Fernando nunca estaría de acuerdo con eso.
No iba a suceder, no sobre su cadáver.
La idea de que Sabrina pensara en divorciarse inquietaba a Fernando.
Fernando la abrazó con fuerza en sus brazos de camino a casa.
No queria perder a Sabrina. Tenía miedo de que Sabrina lo dejara.
Se hizo un nombre en el mundo de los negocios. Tuvo una vida increïble.
Nunca se preocupó por ninguna mujer en los últimos treinta años.
Pero Sabrina era diferente.
El nunca la dejaría. Y ella debería quedarse con él.
Fernando abrazó a Sabrina con más fuerza inconscientemente cuando pensó en eso. Dijo suavemente: “Me siento mal por dejar que nos arrastraras a esto. Es mi culpa. Puedes hacer lo que quieras cuando lleguemos a casa“.
Incluso si ella lo mordía o lo golpeaba, Fernando lo soportaria.
Solo quería que Sabrina se calmara.
Sabrina malinterpretó sus palabras. Ella pensó que Fernando quería tener sexo. Se sonrojó y dijo tímidamente: “Vamos, detente. Acabo de llegar a casa“.
“Dije que te desquites conmigo“, dijo Fernando suavemente.
No penso en el sexo.
Sabrina volo durante más de diez horas. Y fue a ver a la matriarca justo después de bajarse del avión. Fernando sabia que debía estar exhausta.
Solo queria que ella descansara un poco.
*Bueno…” Sabrina se sintió incómoda y se puso roja.
Se sentía bien cuando Fernando la trataba así.
La gente pensaba que Fernando estaba orgulloso. Pero se tragó su orgullo cuando estaba con ella.
Eso era porque él se preocupaba por ella.
“Está bien. Podemos hacerlo mañana. Pero ahora estás cansado. Necesitas recostarte y descansar“, dijo Fernando.
Su voz era profunda y distintiva.
Fue muy encantador.
Sabrina le rodeó la cintura con los brazos con fuerza. “Espero que no vuelva a suceder“.
T
“Si“, respondió Fernando. Sus dedos rozaron los brazos de Sabrina. El la abrazó con fuerza y dijo: “Hay un gran restaurante justo alli. ¿Tienes hambre? ¡Vamos a comer algo!“.
Sabrina tenia hambre. No le gustaba la comida del avión, así que no comió mucho.
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