Capítulo 1238
Por la noche, el resplandor rojo del atardecer tiñó el cielo azul. La brisa soplaba por todos los rincones de la ciudad.
Sabrina salió del Bentley. Llevaba una gorra de béisbol y estaba apoyada en el auto, contando el tiempo en que llegaria Fernando.
Un minuto, dos minutos, tres minutos…
Un avión de Miasa Airlines sobrevoló,
Sabrina lo miró y sonrió amablemente, pensando: “Por fin llega Fernando“.
En ese momento, Fernando caminaba en el pasaje VIP del aeropuerto.
Este hombre alto y apuesto con un traje negro salió del pasillo con un grupo de jóvenes con trajes detrás de él.
Fernando se veía tan dominante que atrajo las miradas de los pasajeros en el aeropuerto.
Incluso las azafatas lo miraban.
Todos miraban obsesivamente a este apuesto hombre.
Era tan guapo como una estrella.
Qué asombroso!
Los asistentes de vuelo y los pasajeros estaban tan emocionados que no pudieron evitar susurrar.
Algunas chicas atrevidas incluso querían acercarse a Fernando y pedirle su información de contacto.
Sin embargo, antes de que llegaran al apuesto hombre, una figura esbelta y bonita corrió hacia el hombre y se arrojó a sus brazos. Entonces, todos miraron con envidia al apuesto hombre que la recogía.
Fernando le quitó la gorra de béisbol a la niña.
Cuando su largo cabello cayó en cascada por su espalda, Fernando bajó la cabeza y besó los labios de la niña.
La escena era hermosa y cálida.
Esas chicas alrededor se sonrojaron al mirar esto, y casi gritaron.
Era tan hermoso y romántico. ¡Eran una pareja perfecta!
“Oye, detente. Mucha gente nos está mirando“. Sabrina notó los ojos de admiración. Estaba un poco avergonzada y tímida, tratando de liberarse.
Fernando le acarició el cabello, suave y cariñoso, “Vamos. Somos una pareja legal“.
Pero no quiero que me vigilen. Sabrina se sonrojó e hizo un puchero. Sus dedos agarraron su camisa blanca limpia y planchada y la arrugó.
Sin embargo, cuanto más tímida era ella, más emocionado estaba Fernando.
No se habia besado con Sabrina en una semana y realmente la extrañaba.
Fernando soltó à Sabrina de mala gana, tomó su mano y dijo: “Vámonos a casa“.
Sabrina asintió y se acurrucó en sus brazos.
Salieron del aeropuerto intimamente. El conductor que esperaba afuera les había abierto la puerta del Bentley. Después de que subieron al auto, comenzó.
Sabrina le desabrochó dos botones para que se relajara y dijo: “Cariño, ¿saldrás pronto por negocios?“.
Fernando le acarició el cabello y dijo: “No, no estaré fuera por negocios durante al menos seis meses“.
Esa fue una noticia maravillosa.
Si Fernando se fuera de nuevo el próximo mes, Sabrina lo extrañaría mucho.
“Excelente.”
Comments
The readers' comments on the novel: Nunca Mueren Los Deseos (Sabrina y Fernando)