Capítulo 368
Las palabras de Fernando dejaron a Elena sin palabras. Ella los miró con una cara larga.
No mucho después, Sabrina y Kate terminaron de empacar y bajaron las escaleras con el equipaje.
Fernando pidió a los guardaespaldas que los ayudaran a cargar el equipaje. Recogió a Joaquín y Carmen y le dijo a Sabrina:
“Vámonos a casa“.
Sus palabras no tenían mucha emoción, pero en la mente de Kate, era como un esposo que lleva a su esposa a casa.
Pero sabía que Fernando no se casaría con Sabrina, así que descartó la idea.
“Fernando, los niños aún no te conocen. No les pidas que te llamen papá tan pronto“, siguió y recordó Sabrina.
Fernando entendió y se dio la vuelta, diciendo: “Lo sé“.
Con eso, cargó a los dos niños y se dirigió a la Mansión No. 2.
Sabrina lo miró, se mordió los labios y lo siguió.
La mudanza transcurrió sin problemas. Los dos niños habían pasado algún tiempo con él antes, así que después de llegar allí, rápidamente se familiarizaron con él. Al ver la dulce escena, Sabrina se puso algo celosa.
¡Qué niños tan desagradecidos! ¿Cómo podían acercarse tanto a Fernando?
Sabrina se hizo a un lado con celos y observó durante un rato. Ella debe volver a trabajar más tarde.
Sabrina estaba a punto de ir a la empresa. Fernando dejó a los dos niños y dejó que Elena se hiciera cargo. Salió con Sabrina
Fuera de la mansión, Sabrina lo ignoró y siguió caminando. Al ver esta escena, Fernando de repente se puso sombrío. Se acercó, extendió la mano y tomó su mano dominantemente.
Pero su tono era tierno. “¿Sigues enojado conmigo?”
No había estado en una relación antes, por lo que no tenía experiencia en persuadir a una mujer. Anoche, Sabrina estaba enojada y él también estaba enojado.
Porque ella le mintió sobre esto.
Pero los hombres deberían ser más tolerantes. Entonces, contuvo su ira y la convenció.
“No estoy loco.” Sabrina quería liberarse, pero él era demasiado fuerte.
Él tomó su mano con tanta fuerza que ella no podía sacarla.
Sabrina solo podía darse por vencida.
“¿No estás enojado?” Fernando la abrazó y dijo: “Bebé, ino te enojes! Vive conmigo y criemos a nuestros hijos juntos, ¿de acuerdo?“.
Nunca antes había sido tan paciente con una mujer.
Era tan humilde en este momento.
“Todo lo mío es tuyo. Puedes comprar lo que quieras comprar“.
Fernando siguió ablandándola.
Sabrina lo miró con cara seria. Ella no necesitaba su dinero. Lo que ella quería era que, después de que él se cansara de ellos,
pudiera dejarlos marchar. Eso fue todo.
Pero él no le daria la oportunidad.
Quería quitarle a los niños.
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