Capítulo 375
Al anochecer, el resplandor del atardecer era como un malvavisco espeso que cubría la villa. Tiñó esta zona de la villa, que se volvió mucho más hermosa como una pintura al óleo.
Alrededor de las cinco, Fernando condujo su automóvil lentamente hacia la villa.
Detuvo el coche frente a la villa y se apeó.
Mdm Santander y Sabrina estaban sentadas en el sofá de la sala y charlando. Fernando se paró en las escaleras y vio que Sabrina acompañaba tranquilamente a la Sra. Santander, sintiéndose cálida y armoniosa.
Sus ojos se oscurecieron.
Había estado deseando una imagen así. Esperaba que cuando regresara del trabajo, pudiera ver a su esposa e hijos esperándolo.
Era una sensación que había ansiado durante mucho tiempo.
Fernando los miró en silencio, hasta que el mayordomo lo encontró y le dijo: “Señor Santander, ¿por qué no entra?”
“Si hubiera entrado ahora mismo, no habría visto una escena tan cálida“, dijo Fernando con una leve sonrisa.
El mayordomo entendió y dijo con una sonrisa: “Parece que a la Sra. Santander le gusta mucho la Sra. Bracamonte. La Sra. Santander se puso feliz tan pronto como vio a la Sra. Bracamonte“.
Con una sonrisa cariñosa, Fernando asintió. Esa era la mujer a la que le había echado el ojo.
Una mujer amable y popular…
“Entraré“. Fernando apartó la mirada y dijo.
El mayordomo lo invitó a pasar de inmediato.
Fernando entró en la sala de estar. Mdm Santander y Sabrina que conversaban en el sofá escucharon los pasos y voltearon a verlo. La Mdm Santander inmediatamente sonrió y dijo: “¡Regresaste temprano hoy!”
“Es por tu orden, mi querida abuela“, dijo Fernando con una sonrisa, pasando su brazo alrededor del hombro de Mdm Santander y bromeando.
“Vamos. Solo estás siendo amable“. Mdm Santander dijo: “Yo creo que es porque la señora Bracamonte está aquí“.
“Bueno, abuela, vine aquí porque ustedes dos están aquí“.
“Pase lo que pase, finalmente encuentras una novia. Me siento feliz por ti“. Mdm Santander sonrió de oreja a oreja. Levantó las manos de Sabrina y Fernando y las juntó. Ella dijo: “Fernando, se amable con Sabrina. ¿Me escuchas?“–
“Lo sé, abuela“. Sabía cómo cuidar a las mujeres.
Además, esta mujer le había dado a luz dos hijos. Él cuidaría bien de ella.
Mientras escuchaba su conversación, Sabrina no dijo nada, pero de repente se sintió un poco avergonzada.
Sabía que Mdm Santander la trataba muy bien.
Fernando tampoco era malo con ella, pero no podía permitir que le quitara a sus hijos, ni que la atara toda la vida a la
familia Santander.
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