Capítulo 416
Pronto Fernando contestó el teléfono. Mdm Santander esperó ansiosa a que su nieto hablara primero. Sin embargo, Fernando pensó que Mdm Santander sabía que estaba en un hospital. Dijo suavemente: “¿Por qué de repente me llamas,
abuela?”
“¿Dónde estás ahora, chico malo?” Mdm Santander preferiría que Fernando le hablara de sus heridas a que se lo preguntara directamente.
De lo contrario, se sentiría frustrada por haber sido la última en enterarse de que él estaba herido.
¿Fue por Sabrina?
La señora Bracamonte incluso lamentó haber dejado que Fernando persiguiera a Sabrina. Después de todo, Fernando se lesionó por ella.
“Estoy trabajando en la empresa. ¿Qué pasó?” Fernando preguntó casualmente.
Mdm Santander no creyó sus palabras: “¿Estás mintiendo? No estás en la empresa”.
“Por supuesto que no.” Fernando frunció el ceño con seriedad. Se dio cuenta de que Mdm Santander estaba un poco enojada.
¿Sabia ella que él se lastimó? ¿Quién le dijo?
“No me mientas. Quiero escuchar tu confesión, o me enfadaré”. Mdm Santander levantó la voz y trató de amenazar a su nieto.
Fernando guardó silencio por un segundo y decidió confesarse. Parecía que Mdm Santander ya sabía lo que pasó. Era inútil que él dijera una mentira.
“Bueno, abuela, estoy en el hospital, pero estoy bien y no te preocupes por mí”.
¡Fernando estaba en el hospital! Mdm Santander se enojó un poco con él. “¿Por qué no me dijiste que estabas herido? ¿En qué hospital estás? Iré a visitarte pronto”..
“Estoy en el hospital privado del Grupo Santander”. Fernando se sintió preocupado.
Sin embargo, tuvo que decírselo porque temía que ella le causara problemas.
“Bien, estaré allí pronto”. Mdm Santander colgó con una mirada hosca.
Lo que le dijo la señora Bracamonte era verdad.
“¿Vas a ver a Fernando?” La señora Bracamonte escuchó lo que hablaron por teléfono pero volvió a preguntar.
La señora Santander asintió.
“Entonces es hora de que me vaya”. La señora Bracamonte se puso de pie y tomó un papel, en el que estaba impresa la noticia en línea. Se lo entregó a la Sra. Santander y le dijo: “Le dije la verdad y espero que me pueda ayudar, Sra. Santander. No podemos dejarnos humillar por Sabrina ni rogarle”.
Mdm Santander tomó el papel y lo miró. Puso una cara seria y le dijo a la señora Bracamonte: “No se preocupe, señora Bracamonte”.
“Gracias por tu ayuda. Debería irme ahora”. Se fue la señora Bracamonte.
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