Capítulo 460
“Shyla, no nos gusta nada su novia“, Gina sonrió suavemente y dijo. “En el corazón de los Santander, tú eres la futura nuera.
“Shyla, Fernando ahora está hechizado por esa zorra. No deberías rendirte con él tan fácilmente. ¿Puedes prometerme eso!” Gina dijo de manera demagógica.
Shyla no quería darse por vencida en absoluto. Regresó a su tierra natal por el motivo de estar con Fernando.
Shyla pensó, <So what if he has a girlfriend?
Mientras no esté casado, todo es posible.
Gina ha dicho que le gusto y que ninguna otra mujer puede convertirse en su nuera.
Con un partidario asi, ¿qué debo temer?>
Shyla siguió mordiéndose el labio y puso una mirada muy afligida. Ella dijo: “Sra. Gallo, ies apropiado que yo haga esto? Fernando tiene a esa mujer en su corazón. ¿Me odiará si me involucro asi?“.
Gina sonrió y dijo: “No te preocupes. Esa zorra se irá pronto. So tienes que aprovechar la oportunidad“.
Shyla entendió el significado de las palabras de Gina. Fingió est avergonzada y bajó la cabeza, pero sus ojos se volvieron gradualmente penetrantes.
Estaba decidida a convertirse en la novia de Fernando..
“No te enojes tanto. Se necesita tiempo para capturar el corazón de un hombre“, Gina tomó la mano de Shyla y dijo: “Comamos primero. Hice mucha comida deliciosa“.
“Está bien. Gracias, señorita Gallo“, dijo Shyla con una sonrisa.
Penso, <Gina is right. It takes time to capture a man’s heart.
Hare
que Fernando se enamore de mi porque no soy peor que die.
No hay nada que quiera que no pueda conseguir.>
A medida que pasaba el tiempo, el mediodia pasó rápidamente
Los hombres de Fernando encontraron rápidamente al dueño de BMW en una investigación de 3 horas. El propietario disponía de un pequeño garaje.
Después de obtener la información, Fernando condujo inmediatamente al garaje.
El dueño del BMW no estuvo involucrado en el secuestro. Le prestó el coche a su amigo.
No esperaba meterse en problemas.
Entonces, cuando supo que estaba en problemas, ya era demasiado tarde. Fernando trajo personalmente siete u ocho guardaespaldas a su pequeño garaje.
Nunca antes había experimentado algo así, por lo que estaba aterorizado. Su rostro se puso rigido y miró con miedo al apuesto hombre sentado en la silla.
Sus dos piernas seguian temblando. El dijo: “Hola, Sr. Santander. No sé nada sobre el secuestro que usted menciono“.
Fernando no tuvo paciencia para hablar con él. Sacó un cigarrillo y lo encendio.
“Te lo preguntare de nuevo. ¿Donde está ella?” Fernando dijo con frialdad.
El dueño del garaje no sabía donde estaba Sabrina. Al instante sus piernas se debilitaron y se arrodilló, diciendo: “Señor Santander, realmente no sé dónde está. Yo no secuestré a nadie
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