Capítulo 531
Ant
de que pudiera darse cuenta, Fernando la empujó hacia la mansión. Fernando inmediatamente cerró la puerta en caso de que Sabrina se escapara. Le ordenó a la mucama: “Regresa a tu habitación. Necesito tener una conversación privada con la Sra. Bracamonte“.
La criada lo atrapó al instante y se fue.
Fernando obligó a Sabrina a sentarse en el sofá. Él preguntó: “¿Quieres algo de beber? ¿O quieres que te traiga algo de fruta?”
“Fernando, no tengo humor para ninguno de los dos“. Sabrina fingió ser indiferente y apartó la mirada de Fernando.
Fernando estaba ansioso. No sabía cómo pedirle perdón a Sabrina. Enviar regalos caros y obligar a Sabrina a quedarse era todo lo que podía hacer, pero parecía que Sabrina todavía estaba enojada con él.
Se había quedado sin ideas.
Se sentó junto a Sabrina. “Sabrina, daré una conferencia de prensa mañana para cancelar mi compromiso con Minta. ¿Podrías dejar de ignorarme?
Después de eso, anunciaré nuestra relación lo antes posible para que la gente sepa que eres mi verdadero amante“.
Fernando dijo en voz baja. Sabrina guardó silencio. Había perdonado a Fernando, pero no quería admitirlo tan pronto. Ella continuó el juego de actuación.
“Sabrina, mírame. No te quedes callada“. Fernando se apoyó en ella. Su aliento era cálido sobre su bello rostro. Sabrina no pudo soportarlo más. Ella se giró para mirarle.
Se mordió los labios y fingió estar enojada, “Fernando, no necesitas tenerlo tan cerca. No soy sorda“.
Sin embargo, no sonaba tan feroz como había imaginado.
Parecía que había expuesto su verdadero sentimiento. Fernando miró con
cariño su delicado rostro. <Is she being angry?
¿O está coqueteando?>
Fernando no estaba seguro. Trató de verla a través. “Sabrina, ¿te estás burlando de mí?” Él se acercó a ella.
Casi se tocaban.
Los labios de Fernando estaban casi sobre los rosados de Sabrina.
Su aliento se enredó. Sabrina estaba nerviosa.
Fernando había expuesto su pecho al aire. Su músculo firme pasó a frota mucho los hombros y la cintura de Sabrina. Sabrina pensó que estaba tratando de excitarla.
Ella casi se dio por vencida.
Sus orejas se pusieron rojas mientras su corazón latía con fuerza.
Ella negó: “Claro que no“.
Sin embargo, su tono la delató. Ya no sonaba indiferente, así que Fernand estaba seguro de que había dejado de estar enfadada. Levantó una ceja y preguntó con voz profunda: “Entonces, ¿estamos bien?”
“No.” Sabrina trató de poner una cara larga de nuevo.
No quería volver a estar con él tan pronto.
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