Capítulo 559
Cuando Sabrina y Fernando terminaron de llamar, Minta preguntó en tono curioso: “Sra. Bracamonte, ino le vamos a decir a Fernando que estamos aquí?“.
Sabrina negó con la cabeza y dijo: “Ahora no. Él podría manejar esto. Solo empeoraremos las cosas si nos exponemos“.
Minta estuvo de acuerdo con Sabrina. Ella sonrió inconscientemente y dijo: “Sra. Bracamonte, soy demasiado imprudente. Todo lo que quiero hacer es estar allí y ayudar a Fernando“.
Sabrina tomó sus manos y le dijo mientras llamaba a un taxi: “No, eres valiente, lo cual es bueno. Por cierto, puedes llamarme Sabrina. Ya somos amigas“.
Minta asintió solemnemente. Hablando de ser valiente, pensó que Sabrina era la valiente. Ella solo hizo esto porque estaba en deuda con Fernando.
Pero Sabrina no estaba casada con él ni era parte de los Santander, y vino aquí sin importar su seguridad. A juzgar por esto, ella era más valiente.
Minta no sabía lo que era el amor antes, pero ahora sí.
Era como lo que había entre Fernando y Sabrina.
Compartieron en las buenas y en las malas y nunca se abandonaron.
“Sabrina, entonces cuando… ¿cuándo los ayudaremos?” preguntó Minta.
“Depende. Lo sabes mejor que yo. Fernando me dijo que una vez fuiste uno de las fuerzas especiales, y debes saber cuál es el mejor momento para ayudarlo“. Sabrina nunca antes se había enfrentado a cosas así. Por lo tanto, cuando se trataba de algo profesional, tenía que contar con Minta.
“Está bien, iré a revisar la situación mañana y haremos planes. Y… Sabrina, quédate en el hotel cuando llegue el momento ya que no sabes nada sobre peleas. Es demasiado peligroso“. Minta también tenía miedo de que le pasara algo a Sabrina.
Y Fernando la mataría para entonces.
Sabrina asintió, “Está bien, lo haré. Vayamos al hotel y sentémonos“.
Ella no vino aquí para traerle más problemas a Fernando. Ella solo quería acercarse a de peligro.
él
para ser la primera en saber en caso
Era mejor que quedarse en países separados con miles de millas entre ellos cuando les costaría horas encontrarse.
“De acuerdo.”
En la villa de los Navarro.
Sentado en el elegante sofá de cuero y sosteniendo una copa de vino tinto, Salvador entrecerraba los ojos al guardia que le estaba reportando. Sus ojos eran tan astutos como los de un zorro del desierto.
“¿Dices
que Fernando Santander está en Fenteon?”
El guardia asintió, “Sí, Sr. Navarro. Sr. Santander está en Fenteon“.
Salvador dejó escapar un sonido pensativo y preguntó: “¿Para qué? ¿Alguna inversión?”
El guardia negó con la cabeza. Tampoco sabía si eran inversiones o no. Sólo se enteró de que estaba allí.
-Schot Navarro… los detalles aún no se han encontrado -dijo tímidamente el guardia-.
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