Capitulo 683
Los ojos de Cecilia se pusieron rojos. Estaba decepcionada y desesperada.
Solía contenerse, pero la actitud de su marido lo indicaba todo.
Ya no se preocuparía por ella y su hija, e iría a buscar a Shirley.
Cecilia no tuvo que fingir que no sabía nada y puso todo sobre la mesa.
Cecilia se secó las lágrimas y miró a su esposo. Su voz sonaba desesperada. “Kyan, sé que regresas por Shirley. No importa. Puedes ir a buscarla. Pero, ¿puedes ayudar a encontrar a nuestra hija primero?
“Nuestra hija está siendo secuestrada y tú no estás haciendo nada. ¿Qué debo hacer?”
Cecilia tenía un nudo en la garganta. “Sé que es mi retribución, pero no es la de nuestra hija. Así que, por favor, salva a nuestra hija“.
“Puedo disculparme con Shirley. Puedo ceder el paso a ella. Después de todo… se suponía que ella era la Sra. Ford… y se lo quité. Puedo disculparme, siempre y cuando salves a nuestra hija“.
Cecilia nunca había estado tan desesperada e indefensa.
Podía renunciar a todo lo relacionado con la familia Ford y dejar paso a Shirley siempre que su hija regresara sana y salva.
“¿De qué estás hablando?” Kyan estaba confundido.
Cecilia no podía pensar con calma. Todo lo que pensaba era que si podía ceder el paso a Shirley, su esposo salvaría a su hija.
“Digo que puedo ceder el paso a ella. Se suponía que era la Sra. Ford, pero jugué trucos para quitársela. Sé que estoy equivocado. Puedo confesar, pero la premisa es que debes salvar nuestro hija.”
Kyan se quedó atónito y miró a su esposa con sorpresa.
No podía creer lo que había oído.
Estaba en un estado mental perturbado.
¿A qué se refería con que había jugado una mala pasada? ¿Qué se suponía que era de Shirley?
“¿Puedes decirme dónde está? Iré a disculparme con ella ahora mismo“. Cecilia caminó hacia Kyan para tomar su mano y le rogó.
Todo lo que quería era salvar a su hija.
Kyan frunció el ceño. Su expresión se volvió solemne. Después de un rato, dijo lentamente: “Se ha ido“.
Cecilia se sorprendió.
¿Shirley estaba muerta?
¿Kyan no la conoció?
El rostro de Cecilia palideció de repente. Confesó porque tenía miedo de que su esposo no salvara a su hija.
Pero ella había guardado este secreto durante mucho tiempo.
La había atormentado durante 20 años.
No podía guardarlo para siempre.
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