Capítulo 803
En el momento en que tocó a Sabrina, un guardaespaldas que venía de la sombra lo tiró al suelo de una patada. El guardaespaldas estaba cubierto de negro,
El hombre mimado nunca había sido tratado así antes.
Lo patearon en la cintura.
Gritó con la mano en la cintura. Juró al mismo tiempo: “¿Quién diablos eres? ¡Cómo te atreves! ¿Sabes quién soy?”
Fernando salió lentamente de la sombra. Miró al hombre que estaba en el suelo. “¿Sabes quién soy?”
El hombre miró hacia arriba. Un rayo de luz brilló desde la espalda de Fernando. Los ojos del hombre se abrieron.
<Fernando!
¿Qué hace él aquí?>
Sabía que Fernando estaba casado pero no míró de cerca a su esposa cuando vio la foto en internet. ¡Entonces se dio cuenta de
que la hermosa niña era la esposa de Fernando!
“Mierda“, juró en su corazón después de darse cuenta.
iLa mujer con la que trató de coquetear era la esposa de Fernando!
El hombre se puso de pie. Forzó una sonrisa. “Señor Santander, era una broma. Perdón por interrumpirlo“.
Luego se volvió hacia Sabrina antes de que Fernando dijera nada. “Lo siento, señora Santander. No la reconocí“.
Se abofeteó a sí mismo en la cara.
Luego se fue lo más rápido que pudo. No se atrevió a quedarse más tiempo.
Todos alrededor de la mesa estaban en silencio.
Sabrina parecía avergonzada. Se mordió el labio inferior, mirando a Fernando con nerviosismo. Ella agarró la esquina de su vestido, sin tener idea de cómo explicárselo.
Ella no salió para un tratamiento de belleza. Ella se estaba divirtiendo en un bar.
Cindy se veía pálida. Nunca pensó que Fernando aparecería.
“Él me va a matar!” pensó
Cindy tembló cuando miró a Fernando. Se volvió hacia Sabrina en busca de ayuda.
Pero Sabrina estaba ocupada pensando en una explicación. Se encontró con los ojos de Cindy. Sintió que tenía que decir algo.
“¿Qué te trae por aquí, cariño?” Sabrina preguntó suavemente.
¿Qué te trae por aquí entonces?” Fernando todavía estaba molesto. Pero no estaba realmente enojado con Sabrina.
No quería que Sabrina se saliera con la suya fácilmente.
Hizo una mueca y dijo con frialdad: “¿Hay alguna regla que prohíba que venga aquí? ¿Acabas de hacer una?”
Sabrina se quedó sin palabras,
Mira, està enojado conmigo!” pensó.
“No, no lo hice, cariño. Por supuesto, puedes venir“. Sabrina se acercó a Fernando y le rodeó la cintura con los brazos. “Vamos a casa?”
Comments
The readers' comments on the novel: Nunca Mueren Los Deseos (Sabrina y Fernando)