Capítulo 883
Fernando miró a Raymond con una mirada indiferente. “Profesor Drake, le perdonaré la vida por su bien. Pero Cohen del pagar por lo que ha hecho“. Como padre, Fernando no podía perdonar a Cohen, que pretendía atropellar a Carmen.
Los ojos de Raymond estaban llenos de preocupación y lástima. Pero pensó que Fernando tenía razón.
Cohen se pasó de la raya.
Y Cohen necesitaba pagar por sus pecados.
Atormentado por sentimientos encontrados, Raymond no podía hacer nada más que quedarse allí mirando.
Fernando se dirigió hacia el coche volcado. Cohen estaba siendo sacado a rastras del auto, al igual que el guardaespaldas de Fernando, quien golpeó a Cohen con un auto hace unos momentos.
Herido, Cohen fue dejado allí sin ningún tratamiento.
Fernando se acercó y miró a Cohen. “Tienes un buen amigo, Cohen. Raymond no se da por vencido contigo a pesar de que eres un idiota. Le debes mucho“.
Cohen lo sabía mejor que nadie.
Y Cohen agradeció todo lo que Raymond había hecho por él.
Raymond era demasiado bueno para él.
Cohen miró el cielo nublado con sus ojos inyectados en sangre. Su rostro se retorció con desesperación.
Cohen quería morir.
“Fernando, lo tienes todo. Incluso Sabrina te eligió a ti. Pero mírame. Lo perdí todo“. Cohen cerró lentamente los ojos.
“¿Por qué me robas a Sabrina? Se supone que es mía“.
Frunciendo el ceño, Fernando resopló: “Eres demasiado cobarde para asumir la culpa. Paula te trata como si fueras su hijo. Pero le fallas y hasta quieres hacerle daño. Lo que es peor, secuestraste a mi hija.
“Eres un monstruo.”
Cohen se burló en su corazón, “¿Soy un monstruo?”
Cohen lucía una sonrisa espeluznante en su rostro ensangrentado. Luego respondió: “No voy a negar eso.
“¿Sabes qué? Esto no ha terminado. Seguiré a Carmen mientras respire.
“No puedes protegerla para siempre“.
Cohen se rió en su locura.
Un ataque de ira cruzó el rostro de Fernando. Pisoteó la mano de Cohen. Sabía que las manos significaban mucho para un -diseñador.
Muy pronto, la mano de Cohen quedó con moretones rojos.
Fernando esperaba que le diera una lección a Cohen.
Pero Cohen todavía se estaba riendo. “¡Eso es, Fernando! Mi mano derecha es tuya ahora. ¡Tómala! Es bastante justo si tomo
desde tomaste la mía. ¿No lo crees? lo que te importa
que
“Destruire todo lo que te importa. Ya verás“.
Que loco delirante era Cohen.
Fernando estaba abrumado por la intención asesina.
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