Capitulo 100
Elas bebia agua mientras se recargaba contra el pasillo de la puerta y observaba lo ocupada que estaba Anastasia. Cuando ella se giró, se dio cuenta al instante que la taza que tenia el hombre en la mano era de ella, por lo que su rostro se puso caliente.
Esa es mi taza
–Oh! ¿Hay algún problema? —El hombre alzó la ceja y sus ojos se entrecerraron con una sonrisa. Anastasia le sugirió con un poco de pena:
–Tenemos vasos desechables aquí, ¿por qué no usa uno de esos mejor?
–Nosotros nos hemos besado, ¿de qué tanto te preocupas? – Los labios de Elías se curvaron para formar una sonrisa mientras que contemplaba lo ridículo que se comportaba. Anastasia decidió dejar de fastidiarlo y fue en ese momento que pudo estar más convencida que no fue una buena idea dejarlo entrar a su casa; por ende, continuó lavando y cortando los vegetales en la cocina. Anastasia se había acomodado su cabello suelto con una pinza para cabello en la parte trasera de su cabeza con total normalidad y unos cuantos tramos de su pelo quedaron sueltos, los cuales añadieron más a lo atractiva que era. El hombre siguió bebiendo de su taza mientras que dejaba que su mente deambulara, pero él se ponía cada vez más sediento entre más pensaba.
–¿Qué tal si se sienta en el sofá? Me siento presionada cuando está parado ahí y eso afectará en lo que hago. — Anastasia volteó a ver al hombre; lo que pasaba era que a ella no le gustaba la idea de que él se le quedara viendo debido a que eso la estresaba.
Elías sonrió y se dio la vuelta para dirigirse hacia el sofá. No obstante, él decidió escoger un lugar en donde todavía fuera capaz de observarla, por lo que prosiguió a admirarla en su postura perezosa, pero sin dejar de ser atractivo. El no supo en qué momento empezó a sentirse atraído a cada uno de los movimientos que hacía esa mujer. Era como si él nunca pudiera tener suficiente de ella.
Anastasia salteó los vegetales mientras que ponía un poco de sopa a cocinar y estaba tan ocupada que empezó a sudar; ella se dio cuenta demasiado tarde de que en verdad sí debió insistir en comer en algún otro lado porque así no estaría tan cansada en ese momento.
El hombre cumplió con su palabra cuando dijo que no era una persona quisquillosa con los alimentos en lo más minimo. El comió con total elegancia, tal cual como si cenara en un restaurante de clase alta, Anastasia descubrió que el hombre tenía un apetito considerablemente bueno mientras que ella bebía de su tazón de sopa y comía un poco de lo que preparó. El seguia
Comments
The readers' comments on the novel: ¿Tuvimos un hijo