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¿Tuvimos un hijo novel Chapter 193

Capítulo 193
—Anastasia, ¿por qué no trajiste a tu hijo? —preguntó Érica, exponiendo de inmediato el hecho de que Anastasia tenía un hijo.
A lo que ella respondió sin rodeos:
—No te preocupes por eso, mi hijo está muy bien cuidado en estos momentos.
—Presidente Palomares, ¿sabía que mi hermana tiene un hijo? Tiene 4 años y para ella ha sido muy complicado criarlo ya que ha tenido que hacerlo sola. —Érica solo quería exponer el hecho de que Anastasia era madre soltera.
Dado que Mario ya sabía que Anastasia tenía un hijo, pensó que tendría más posibilidades de estar con ella porque cuando una madre es soltera, tiene menos exigencias a la hora de elegir una pareja; a su vez, Anastasia solo sonreía mientras escuchaba el espectáculo que Érica estaba dando.
Por otro lado, su hermana, pensaba que Elías preguntaría algo por pura curiosidad, aunque jamás le pasó por la mente el hombre no se interesaría en lo absoluto, ni siquiera parecía prestarle atención cuando hablaba; al final, tosió con torpeza y permaneció en silencio.
Mientras tanto, Mario trataba de encontrar una forma de hablar con Anastasia, así que le preguntó:
—Señorita Torres, me comentó que quería visitar la empresa de su padre, ¿cierto? ¿Qué día está disponible? Me encantaría invitarla.
Cuando miraba a Mario, Anastasia siempre sonreía, lo que provocó que cierto hombre que tenía frente a ella, se sintiera celoso, ya que ella ni siquiera le sonreía en un principio; lo único que mostraba con él era su mal humor y terquedad, o sea, todos sus lados malos. Pero ahora, estaba dejando ver su mejor sonrisa y su voz era dulce y cálida con un hombre que apenas había conocido.
—Bien, entonces, me pondré en contacto con usted si un día llegó a visitar la empresa de mi padre —dijo e intercambió números con Mario.
—¡Perfecto! —La felicidad inundaba al hombre.
Entonces, la mirada de Anastasia se encontró con la de un hombre molesto y escalofriante y su sonrisa quedó congelada, después, desapareció poco a poco; al final, solo tomó su copa y desvió la mirada.
En ese momento, Franco se acercó con algunos amigos y le dijo a Anastasia:
—Anastasia, ¿por qué estás sentada aquí? ¡Rápido! ¡Siéntate a un lado del presidente Palomares!
Sin más remedio, a Anastasia no le quedó más opción que sentarse junto a Elías, quien ahora estaba rodeado por las dos hijas de Franco, así mismo, Mario también se cambió de lugar y se sentó junto a ella de nuevo.
—Presidente Palomares, siento mucho el trato que se le está dando, por favor, si llega a necesitar algo, dígaselo a Anastasia, ella lo hará por usted.
—¡Claro que sí, muchas gracias, señor Torres! —dijo Elías con una sonrisa.
En eso, Anastasia recordó algo y se puso de pie para ir detrás de su padre.
—Papá, cuando des tu discurso, asegúrate de no mencionar el nombre del presidente Palomares, pues le gustaría pasar desapercibido.
—Entendido —respondió Franco.
Y así, Anastasia regresó a su asiento. Al poco tiempo, el presentador del evento invitó a Franco al escenario, quien después de beber un gran trago de una lata de cerveza, subió emocionado. Cuando Anastasia se dio cuenta de lo feliz que estaba su padre, no pudo evitar sentirse tranquila por dentro mientras aplaudía y miraba con admiración en dirección al escenario. Por otro lado, Elías miraba a la mujer que tenía a su lado y luego a Franco, en ese momento, él pudo percibir el amor que Anastasia sentía por su padre.
En el escenario, Franco no mencionó la identidad de Elías, de hecho, si su hija no le hubiera dicho que no lo hiciera, le habría dado una gran presentación. Luego del discurso, llegó el momento de comenzar con la cena; dado que el hombre se dedicaba a la industria de trabajo manual, más de 50 mesas eran ocupadas por sus mismos empleados, la escena de la noche era muy animada, a pesar de que no se trataba de la alta sociedad.
Todos los asistentes querían llenarse el estómago y beber hasta quedar perdidos, estaba claro que lo único que querían era pasar una buena noche. Mientras Franco todavía estaba en el escenario, alguien le pidió que cantara una canción, así que, obligado, no le quedó más opción y cantó un clásico de la música, lo que alegró más el ambiente en el lugar.
Mientras tanto, abajo del escenario, Anastasia no podía evitar reírse ante la escena, a ratos se tapaba la boca y levantaba el pulgar para su padre; cuando el hombre vio que a su hija le estaba gustando escucharlo cantar, lo hizo con más entusiasmo.

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