Capítulo 196
Elías abrió sus ojos, pero parecia perdido, lo que indicaba que aún estaba un poco ebrio. El exceso de alcohol en tan poco tiempo era lo que lo tenía así. Al detener el carro en la entrada de la comunidad de Anastasia, el guardaespaldas abrió la puerta rápidamente para ayudar a Elias a levantarse. Sin querer su ayuda, Elias sacudió su
brazo.
-Estoy bien. No necesito ayuda alguna.
A pesar de que Elías estaba ebrio, le importaba mantener su imagen firme frente a Anastasia, pues no queria que ella pensará que ya estaba al limite.
-Senor, por favor, no se vaya primero. Tendrá que llevarlo de regreso al rato – dijo Anastasia al guardaespaldas, a lo que este asintió en respuesta.
-De acuerdo. Me quedaré aquí y esperaré al presidente.
En cuento Elias empezó a caminar, Anastasia se acercó para ayudarlo.
– Cuidado por donde caminas.
Por supuesto que no estaba tan ebrio al grado de no poder caminar bien, pero el delgado brazo que lo sostenía lo hacia feliz. Así que, no resistio, ya que mostrar una que otra debilidad frente esta mujer, era necesario.
Después de atravesar el romántico jardin bajo la luz de la luna, llegaron al elevador y subieron a su piso. Abrió la puerta y Elias entró en su casa. A pesar de que solo era un pequeno apartamento con dos recamaras, tenia un extraño atractivo que le hacia sentirse incluso más a gusto que en su propia casa. Usando su brazo como almohada, Elias se tumbo perezosamente en el sillón y miro a la mujer que estaba sirviendo agua y buscando la medicina.
– Recuerdo que estaba aquí! ¿Dónde estará? ¿La habré tirado? -Se escuchó la voz de la mujer murmurando para si desde el gabinete.
Mientras tanto, Elias no tenia prisa y deseaba que no pudiera encontrar la medicina pronto. De ese modo, podría tener una razón para quedarse toda la noche. Debido a todo el trabajo que tenia, Anastasia tenia sus recuerdos alterados. Entonces, recordó que guardaba la medicina en el gabinete de su habitación. Se apresuro a encontrarla, tal y como esperaba. Después de leer las instrucciones, tomó tres pastillas y le sirvio un vaso de agua tibia.
– Aqui tienes las pastillas.
Anastasia las dejó en la mesita y observó como el hombre las tomaba.
Elias se levantó y tomó las pastillas sin dudar, para después volverse a acostar y observarla.
– Quiero descansar un poco más.
Por su parte, Anastasia no podía reprenderle de inmediato, dado que, su estado actual se debía a que habia asistido a la cena de su padre. Bajo la luz, era evidente que Elias tenia un rubor en su hermosa cara, mostrando los signos de estar ebrio. Incluso, Anastasia, que bebió una copa de alcohol en su nombre, sentía el ardor del alcohol en su estómago, por lo que su corazón se dolía por Elias, quien había bebido unas cuantas copas.
– ¿Por que hace rato bebiste en mi nombre? Realmente te preocupas por mi éno? – preguntó Elías en su baritono bajo.
Mirándole, Anastasia respondió:
– Te crees demasiado. Solo no quiero que te pase algo en la cena de mi padre.
Elias quedó sin palabras al oír eso de la mujer que huía de sus propios sentimientos.
-¿Te es tan dificil admitir que te preocupas por mi?
Resoplando, Anastasia puso los ojos en blanco en respuesta.
– Presidente Palomares, realmente te gusta complacer tus propias fantasias, ino es asi?
Sin embargo, Elias resopló de repente mientras se agarraba el pecho y Anastasia que acaba de resoplar, le preguntó:
-¿Qué pasa? – Mientras preguntaba, se acercó a un lado el sillón y se inclinó para observar su rostro. —¿Te duele algo más?
Pero, en ese instante, Elias la tomo de la muñeca y, de un tirón, la atrajo hacia su abrazo. Enseguida, le dio la vuelta y la aprisionó contra el sillón. Al ver la sonrisa maliciosa del hombre, Anastasia se dio cuenta de que había sido enganada.
– Tú…
-Y dices que no te preocupas por mi. No estás mostrando mucho interes ahora? – Elias sonrio satisfecho pues no iba a dejarla escapar tan fácilmente
– Tu… Sueltame! Quien dice que estaba preocupada por ui? Solo no queria que algo que te pasara ali, implicara tambien a mi padre. — Anastasia se limitó a decir una excusa y seguir con ella.
Pero a los ojos de Elias, todo eso, era una tonteria
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