Capítulo 295
– La señorita Torres y el joven Torres están teniendo un baño en el piso de arriba. -Con eso, Elias se dirigió hacia arriba por las escaleras con largos pasos para ir directo a la habitación de Anastasia. Alejandro ya se había retirado al cuarto de juegos después de que su madre lo baño, por lo que ahora era su turno para poder ducharse en el baño. Ella jugaba con las burbujas mientras que se remojaba dentro de la tina, pero su mente pensaba en cómo pronto le contaría a Elias que se iría a casa; después de todo, ese hombre la había traído y a su hijo a su casa como acto puro de bondad y no había manera que fuera capaz de romperle su corazón una vez tras otra, de nuevo.
Elias creia que ella se encontraba en el proceso de darle un baño a su hijo y debido a su intención de unirseles, abrió la puerta que daba al baño sin reconsideración. Fue justo ahí que ambas miradas chocaron mientras que una se encontraba parada en la puerta, mientras que la otra estaba sentada en la tina.
-iAh! – Ella gritó un chillido por la mera sorpresa y se sentó derecha. Elias no llevaba nada puesto más que una pequena toalla que cubría sus partes más importantes, pero él le echó un buen vistazo a su bella y flexible parte superior de su cuerpo; pero Anastasia no fue la única que quedó impactada, pues ni siquiera Elias podia creer que había escogido el momento menos oportuno como para entrar. No fue hasta que ella sintió un viento frío pasar por su pecho y espalda que se dio cuenta de la cosa tan estúpida que había hecho por culpa del impacto; sin
Yo, justo en el momento que iba a volverse a recostar, se resbaló con las burbujas y haciendo que todo su cuerpo se hundiera, dejando solo sus manos afuera del agua mientras que luchaba por salir.
-Anastasia. -A él no le interesó otra cosa en esa ocasión y se apresuro hacia ella con largos pasos para poder meter sus manos dentro del agua y sacar a la mujer que se ahogaba. Casi se moría ella en ese instante, pero de la vergüenza en el mismo lugar que estaba. Se habia mojado de pies a cabeza y tenía espuma que le cubría el cabello y su cuerpo, pero era probable que no hiciera un buen trabajo en taparle todo; ahora era tal cual como una recién nacida entre los brazos de Elias y no le quedaba nada más por hacer que cubrir su rostro con las palmas de sus manos. Casi estaba llorando cuando suplico:
-Elías, bajame. —La profunda mirada del hombre cayó sobre su cuerpo en ese momento y parecía que se volvía cada vez más sombría, con si fuera un sentimiento difícil de explicar-.¿Por cuánto tiempo más vas a mirar? – Por poco sufria una crisis nerviosa cuando se percató que la estaba mirando en silencio. Él por fin la regresó a la tina, pero ella se sentó en ese lugar con su cuerpo acurrucado al paso que se ponía cada vez más enojada-. Sal de aquí – le refunfuño.
Lo único que él hizo fue apachurrar sus labios para poder contener su sonrisa, pero aun así le dijo de un modo gentil.
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