Capítulo 74
Elias no podia olvidar la intimidad que tuvo esa noche, mientras aquclla mujer lloraba y se resistía inútilmente en la oscuridad. A pesar de que ella solo estaba soportando su locura debido a que el estaba bajo la influencia de las drogas, Elias aún podía recordar hasta el día de hoy esos dulces momentos que le brindó su tiempo con ella.
Antes de perder el conocimiento, se hizo la promesa de que tomaria toda la responsabilidad de lo que le hizo. En ese momento, el rostro de Anastasia, por alguna razón, continuaba apareciéndose en su mente. Su intuición le decía que lo que sentia con ella era lo mismo que experimento aquella noche. Comenzó a controlar su respiración para no dejar que su mente divagara
SU IG
- a.
«De cualquier modo, compensaré a ambas. Si bien debo pagar mi deuda con una de ellas, estoy obligado, por honor y por responsabilidad, a compensar a la otra mujer».
Mientras tanto, Anastasia le informó a Eva que tenia que retirarse para un asunto importante que tenía en la tarde. Eva decidió que no la obligaria a quedarse, puesto que era consciente de que no era fácil para Anastasia cuidar de un niño por su cuenta. Le pidió con rapidez a una empleada que fuese a buscar a Elias para que la llevase a su casa.
Cuando Helen vio eso, de inmediato fingió que también tenía una reunión planeada con sus amigos y que quería retirarse junto con Anastasia. Como Eva estaba justo enfrente de ella, Anastasia no dijo nada, ya que la señora le estaba permitiendo a Helen que hiciera lo que quisiese. Por su parte, Eva le pidió a una empleada que trajera dos regalos para las presentes. Pusieron dos brazaletes costosos sobre la mesa, pero ella no especifico para quién era cada uno. En su lugar, sonrió y dijo:
–Vengan y véanlas, niñas. ¿Cuál les gusta más?
Helen estaba cegada por su avaricia y de inmediato pudo distinguir cuál era el brazalete más caro. Posó su mirada sobre el artículo brilloso. Luego, se giró hacia Anastasia y le preguntó:
–Anastasia, este me gusta. No te importa que me lo quede, icierto?
–Es un regalo de la señora Palomares, así que le debes preguntar a ella –respondió Anastasia con calma.
–No hay problema. Si lo quieres, llévatelo ––confirmó Eva con una sonrisa.
–Señora Palomares, esto es demasiado. No lo puedo aceptar –objetó Anastasia luego de revisar el otro brazalete,
……… noina. :––1–nar. cinamh uro ohin ane ambos eran regalos
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