Ocho de la mañana, espero afuera de los edificios donde vive, estoy nervioso pero trato de que no se me note ya que el chofer está un poco atento a lo que hago, es normal, pasé de tener esta rutina de oficina-piso durante años y ahora me tomo los fines de semana libres y voy a cafeterías que están fuera de mis lugares habituales, también espero a una mujer recargado sobre el auto mientras observo atento a la entrada.
Minutos después Isabel aparece caminando frente a mí, esta vez trae una chaqueta de color negro bastante moderna, con una blusa de cuello alto que le cubre el cuello, unos pantalones de mezclilla negros y unos botines que le hacen juego a todo, no trae gorro ni nada, así que su hermoso cabello ondulado cae sobre sus hombros.
―Buenos días.
―Buenos días.― Hablo en alto mientras mi chofer abre la puerta para que podamos subir. AL principio duda un poco opero después se atreve y yo la sigo.
Isa observa la camioneta, toca los asientos de piel y sonríe.― Es como un palacio en ruedas.
―Y no has visto la otra.― Presumo dejándome llevar por el momento.
―¿Señor? ― Me pregunta el chofer.
―Vamos.― Indico y antes de que avance el auto le pongo el cinturón a Isa pegando pegando un poco mi cuerpo al suyo.― Seguridad ante todo.― Comento y ella sonríe nerviosa.
―¿Me podrías decir dónde vamos? Es un poco temprano para que un restaurante esté abierto ¿no?
―Nunca dije que iríamos a un restaurante.― suspiro―¿Confías en mí?
―Lo hago.― Responde viéndome a los ojos y ese brillo que siempre tienen me hace sonrojar.
―Entonces disfruta, es tu cumpleaños, prometo que te gustará.
Ella suspira y sonríe.― Ok, lo haré, pero no esperes que no siga preguntándote qué es lo que haremos o dónde iremos, me gusta estar enterada de todo.
―Lo noto.― Respondo y me río levemente.― Te puedo dar pistas si quieres.
Isa voltea su cuerpo hacia mí y me ve a los ojos.― Me interesa, continúa.
―Bueno, pues, puedes hacerme tres preguntas estratégicas que no sea ¿dónde vamos? Pueden ser cosas como colores, olores, comida, flora, fauna.
"Hmmmmm" hace con la boca y luego se muerde ese labio que denota que esta pensando―¿Dónde vamos está nevando igual que hoy?
Tomo mi móvil y reviso el clima.― Nevará.― Contesto.
―Ok, entonces puede ser aquí o en este continente.
Me río. ― Tu siguiente pregunta.
―¿Es un lugar abierto o cerrado?
―Abierto.― Contesto de inmediato.― La última, piénsala bien.
Ella voltea de inmediato y me ve a los ojos― ¿Paris? ¿Me llevarás a Paris?
―Así es, iremos a las mejores Croissanteries de la ciudad y probaremos los croissants que quieras y de paso caminaremos por la ciudad ¿te agrada la idea?
La emoción en su mirada es única y la sonrisa que la acompaña es aún más amplia que la que antes me había dado.― No sé que decir.― Comenta.
―Yo sí, podrías escoger un lugar para sentarte porque ya vamos a despegar.― Le pido y con la mano le indico que escoja el asiento que quiera.
Isabel camina hacia el lugar que está cerca de la ventanilla y yo me siento en frente de ella.― Esto es... inesperado. Me desperté por la mañana pensando otra cosa y ahora estoy en un avión privado viajando a París.
Tomo su mano, algo que ambos hacemos ahora, y la veo a los ojos.― No te sientas culpable o mal porque hago esto, puedo hacerlo y bueno... sólo no te acostumbres.― Bromeo.
―¿Por qué habría de acostumbrarme? ― Pregunta ella nerviosa mientras siente como mis manos acarician las suyas.― Es sólo un viaje de cumpleaños ¿cierto? Eso se da una vez al año.
―Cierto.― Respondo un poco avergonzado porque no pensé en eso.― Aún así, no te acostumbres.
―Lo prometo.
Sentimos como el avión comienza a moverse y poco a poco nos vamos preparando para despegar. La sobre cargo nos interrumpe y yo dejo de tomar sus manos para pedir las bebidas. Isabel ve por la ventanilla mientras nos alejamos cada vez más del aeropuerto. Después voltea a verme y dice.― Jamás he ido a Paris, gracias.― Agradece y luego ve como comenzamos a despegar.
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