Llegué al pequeño piso de Isa con una jarra de chocolate caliente que Vivianne me hizo el favor de pedir en el café Du lait de la boquera y menos de cuatro años de peso en mí. Toqué el timbre dos veces pero no hubo respuesta, hasta que se me ocurrió tocar con la jarra la pequeña reja que había y unos segundo después Isa abrió la puerta con una sonrisa.
―Lo siento, el timbre no sirve.― Me dice apenada. Abrió la puerta y la vi con una playera blanca y pantalones de mezclilla y el pelo amarrado hacia arriba. Ahora un olor a lavanda me llena de energía. ―Pasa, pasa...― me invita y entro para ver el pequeño lugar lleno de cajas.
―¿Te mudarás?
―Sí, este se ha vuelto mi cocina, no mi hogar, así que he conseguido un cuarto en el edificio de atrás, lo compartiré con dos chicas.― Comenta.
Ella quita una de las cajas del suelo y luego voltea a verme, sus pupilas se cruzan con las mías.― Hola.― Murmura.
―Hola.― Le saludo en el mismo tono y los nervios llegan mi cuerpo.
Soy un empresario, toda la vida me he enfrentado a situaciones grandes donde debo hablar, decidir y pensar todo a precisión, pero cuando estoy con Isa todo se me olvida y de pronto no sé qué decir.
―Te ves muy bonita hoy.― Comento con una ganas de besarla que no sé como canalizarlas.
«Bésala » «No la beses » mi mente en este momento es un caos y una contrariedad, pero ella se pone de puntas y me da un beso sobre la mejilla―¿Quieres que te quite eso? ― Me pregunta.
―¿Qué?
―El abrigo, lo tienes un poco lleno de nieve.
―Cierto, lo siento es que... no estoy acostumbrado.
―No te preocupes.
Isa me quita el chocolate de las manos, lo pone en una mesa y luego regresa para quitarme el abrigo por detrás mío, siento sus manos tocarme los hombros y mi cuerpo reacciona por un instante. Ella se dirige a un pequeño perchero donde ya tiene sus abrigos y el famoso sombrero rojo. Regresa y me toma de la mano.― Ven, te muestro mi Dark Kitchen― me comenta con una sonrisa y con cuidado caminamos hacia la cocina que se ha extendido hasta un poco más allá de lo que normalmente es.
―¡Guau! En realidad tienes una cocina grande.
―Sí, escogí esta casa por la posibilidad de ampliarla. Aquí cocinamos tres personas, así que debemos tener espacio, así que pedí un préstamo, la amplié un poco y mi casa se convirtió en cocina. Pero, he reservado una pequeña parte para recibir a mis invitados y es aquí.―Isabel me lleva a una pequeña mesa cerca del balcón, dos sillas nos esperan y los servicio están puestos.― Voy por el chocolate para servirlo.
―No, te ayudo.― Contesto de inmediato y ella se sorprende, comienzo a doblar las mangas de mi suéter descubriendo un poco mis brazos.― ¿Vamos?
―OK.― Contesta ella sonriente y ambos vamos a la cocina.― Debo admitir que me has sorprendido.
―¿De verdad? ¿pensaste que porque soy un rico empresario jamás me he metido a una cocina?
―Algo así.― Confiesa y luego ríe.― No tengo mucha idea lo que haces en tu día a día.
―Y ¿qué crees que hago?
―Bueno, sé que llegas a tu oficina, comes mi desayuno, das órdenes y luego te sientas con un montón de documentos que se traducen en dinero y dinero.― Comenta y yo me río.
―¿Eso crees que hago?
―¿Qué crees que hago yo todo el día? ― Me pregunta.
―Cocinar.― Respondo sencillamente.
―Claro... lo mío no es tan complicado.
―Lo mío tampoco, pero no es tan fácil como se cree, se necesitan varios años de experiencia y más que estudios es visión.― Le comento mientras comienzo a servir el chocolate en una pequeña olla que me ha dado.
―¡Ah! Visión.
―Así es, mi trabajo la requiere, debo analizar antes de tomar una decisión, lo hago bastante rápido ahora, pero uno necesita tener... práctica.
―Práctica y visión, me agrada.― Me contesta y comienza a sacar unos ingredientes y los pone sobre la barra.
―¿Qué es eso?
―Los ingredientes para la crema batida, el chocolate caliente sin crema batida no es lo mismo.
―Me hubieras dicho y yo la compraba.
―No, está bien, me gusta más la mía... ― Contesta orgullosa y comienza poner la crema en el bol, luego saca un batidor manual y comienza a batirlo. Con la boca comienza a hacer un pequeño ruido "shushushushushu" que va con el movimiento de la mano.
La observo atento perdiéndome en ese momento mientras todo pasa en cámara lenta. Ella voltea.― ¿Qué pasa?
―Nada, sólo que jamás había visto como se hace la crema batida.― Invento algo para que no se dé cuenta que la estaba viendo a ella y no por la receta.
―No es difícil, sólo son tres ingredientes el secreto está en como se bate ¿quieres hacerlo?
Bajo un poco el fuego de la olla de chocolate y me acerco a ella.― Te lo paso pero no debes dejar de batir ¿me entiendes?
―Sí chef.― Contesto sonriente y cuando me da el bol comienzo a batir sin parar― ¿Cuánto tiempo?
―Unos dos o tres minutos, tu bate y yo agrego los ingredientes.
Asiento con la cabeza.―Mucho.
―Lo digo no porque, debo ser directa, yo no vengo a sustituir a nadie. Si quieres estar conmigo debe ser porque lo deseas no porque te recuerde a alguien. ―Habla y sus ojos cambian ahora expresan un poco de tristeza.
Le doy un beso sobre la frente y la abrazo. Todo este tiempo me había enfocado en mis problemas y jamás pensé que ella tuviera algún tipo de problema en lo que respecta a esto, así que tomo su mano y la beso.
―Lo explicaré en tus términos, no eres plato de segunda mesa, si eso piensas... eres una nueva recta que alimenta todos los sentidos de mi vida y si no te molesta, me gustaría probarla poco a poco...¿Qué dices?
Ella me sonríe tímida, se sonroja y se moja los labios de forma nerviosa.― El chocolate se ha regado.― Murmura.
―¿Qué? ― Pregunto porque no comprendo.
―El chocolate, en la estufa.
Volteo y veo el chocolate regado por todo el suelo. Apago el fogón rápido y en me quemó el dedo ―Merde! ― exclamo mientras muevo el dedo.
―Pensé que los empresarios no decían malas palabras.― Bromea y va al refrigerador y saca un pequeño cubo de hielo, toma mi dedo y comienza a frotarlo con él para aliviar el ardor.― Debes tener cuidado para la próxima ¿sí? ― Comenta.
―Lo tendré.
―Debes tener visión con respecto a la cocina.― Me dice.
―Así no se aplica la visión.― Corrijo divertido mientras ella se ríe
―Bueno lo intenté.― Responde y luego me ve a los ojos... ―¿Entonces? ¿Paso a paso?
―Paso a paso...― Repito. Toco su mejilla y después de acariciarla la acerco a mi.― ¿Me besas Isabel? ― Le pido y ella se acerca a mis labios y de nuevo siento ese dulce sabor a azúcar que me llena de felicidad. Su olor me hace imaginar de nuevo ese Paraíso que siento cuando estoy con ella.
Nos separamos por un instante ―Me gusta cómo hueles Isa.― Le comento.
―A mi me gusta como me besas y como haces "Shushuhu" con tu boca. En realidad, me gusta mucho tu boca.
―Qué coincidencia... de tu boca es de lo que yo estoy prendido.― Le confieso.
Ella se sonroja. Deja el hielo al lado y luego seca mi dedo con una toalla de papel.― Listo, como nuevo.― Murmura.
Un rush de felicidad y emociones llega a mí y le doy un beso corto tomándola del rostro con ternura.― Me gustas.― La vuelvo a besar.― Me gustas.― Y le doy otro más.― Me gustas.― Y mientras sonríe mi mente no puede dejar de repetir la palabra.
«Me gustas, me gustas, me gustas »
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