[Isabel]
Caminamos lentamente hasta la entrada del edificio y después nos dirigimos al salón que se encuentra en el primer piso de éste. Me tomo fuerte del brazo de Quentin para sentir un poco más de seguridad y al llegar a la puerta Vivianne nos recibe sonriente.
—Buenas noches Señor Valois, Señorita Osher.
—Dime Isabel.— Le recuerdo como siempre lo hago cuando salimos juntas.
—Te ves hermosa Isabel.
—Muchas gracias, tú te ves guapísima, el vestido te queda increíble.
—Al igual que el tuyo.— Me responde y Quentin sonríe al ver que somos tan buenas amigas.
Los tres entramos y de pronto las miradas están sobre nosotros. Sé que Quentin me dijo que desde hace mucho tiempo no venía a estos eventos, por lo que es normal que lo observen, pero también sé que otra de las razones es porque yo estoy a su lado.
Respiro profundo mientras entramos y un chico de los del staff toma nuestros abrigos descubriendo nuestras elegantes ropas.
—Ven, vamos por algo de tomar ¿quieres? — Habla con un tono de alegría sin importarle que todos los ojos están sobre nosotros y que la mayoría hablan en murmuro.
Parece ser que seremos tema el resto del fin de semana hasta el lunes que regrese a la oficina ya que varias de las mujeres que están ahí me ven y se ríen.
—Ten corazón.— Y me da una copa con champaña.
Ambos tomamos un sorbo calmando mis nervios.
Después caminamos juntos de la mano hacia una de las mesas para sentarnos a cenar. Al parecer Quentin no quería que fuéramos molestados por prácticamente la mesa es para los dos.
—¿Te gusta la cena? — Pregunta mientras como un delicioso pollo a la finas hiervas.
—Delicioso, me encantó.
—Qué bueno, tu opinión es la única que me importa.— Murmura mientras me da un beso sobre los labios que me sonroja, ya que las miradas siguen sobre nosotros.
—Tampoco soy una experta o una sibarita ¿eh? Sólo me gusta cocinar.
—Eso te hace más experta que a mi en el área de la comida.— Contesta entre sonrisas.
—Entonces, me encantó, lo que pusieron de guarnición también, todo deliciosos.
—Me alegro.
Inesperadamente la canción de la Vie en Rose comienza a sonar y él se pone de pie y estira la mano — ¿Bailamos? — Me invita.
Yo la tomo y asiento con la cabeza.— Bailemos.
Caminamos hacia la pista y sin mirar a los demás, nos vamos al centro de ésta entre todos los que están bailando.
Quentin toma mi cintura ligeramente, entrelaza su mano con la mía y en movimientos ligeros y lentos comenzamos a bailar. Él me mira a los ojos mientras me regala esa hermosa sonrisa de los hoyuelos que me hace suspirar.
—Todos nos están viendo Quentin.— Murmuro.
—Déjalos que vean. Yo soy quien vengo con una hermosa mujer con un vestido espectacular ¿no?
Me sonrojo y desvió la mirada a la pista.
—Gracias.— Le murmuro.
—¿Por qué?
—Por hacerme sentir única entre todas.— Le digo y él sonríe.
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