[Isabel]
La reportera se nos veía sin saber qué decir, mientras del otro lado Vincent se quedaba mudo sin saber dar una explicación. Ya lo viví una vez, no sé quién siente más vergüenza, la amante o el que engaña.
—¿Vincent? — Pregunta Jacqueline.
—Es mi amiga.— Contesto.
—¿Una amiga? — Pregunta Jaqueline un poco indignada.
—Sí, le dije a Isabel que podía invitarla, porque después de aquí partimos al aeropuerto y bueno, Isabel no podrá verla después.— Habla Quentin.
—¿Cómo? ¿Invitaste una invitada de ella a la fiesta de tu sobrina?
—No pasa nada Jaqueline, digo, no creo que no tengas suficiente comida y vino para una invitada más.— Comento
Ella se volteó molesta y caminó hacia su marido que pronto la tomó de la cintura y ambos caminaron hacia otra parte del Solarium. La reportera se voltea de inmediato y un poco confundida de lo que pasa se acerca a mí.
—¿Qué está pasando? — Me pregunta.
—No sé, yo solo soy una invitada más aquí. Me trajeron.— Le comento y me río.— Pero aprovecha el vino está buenísimo.
La reportera ve a Quentin que se queda un poco serio, o más bien ansioso por saber qué es lo que haré tal y como le dije ayer por la noche.
—Bueno, no sé a que debo el honor de estar en la misma casa que Quentin Valois.
—¿Por qué? ¿No sabías que estábamos aquí?
—No, me llamaron que Vincent quería hablar conmigo acerca de unas pruebas, así que vine, pero bueno..hay sorpresas.
—Con respecto a qué.— Pregunto haciéndome la interesada.
—No sé si te convenga escuchar esto, Isabel.— Comenta ella.
—Christine ¿cierto? Creo que ya podemos hablarnos de tú después del encuentro afuera de la empresa ¿No crees?
—Creo que sí.— Murmuró.
De pronto, ella se pone en un papel más digno después de que yo le salvé la vergüenza de saber que sus propio amante la había invitado a su casa, supongo que pensó que se verían en un encuentro apasionado o algo así.
Los invitados de la niña comenzaron a llegar y el solarium poco a poco comenzó a llenarse de gente. Quentin no dejaba de prestar atención a mi conversación con la chica mientras él platicaba con unos amigos de su hermana que lo reconocieron de inmediato.
Ya entrada un poco en copas la reportera se acercó a mi.— Te ves muy bien en esa ropa Isabel, parece que te cayó muy bien que Quentin te “vistiera”.
—Ya sé, me veo genial, mejor que tú, parece que a ti no te dan mucho.
—¿De qué hablas querida?
—Es broma. Pero tienes razón, jamás podré ser como Nadine… dijiste que tú y ella eran cercanas ¿qué no?
—Sí, muy cercanas, muy amigas, por eso te digo que jamás te veras como Nadine.
— La verdad no me interesa pero no sé si creerte que eran amigas, Quentin no me lo había dicho.
—Es que Quentin, bueno, hemos tenido nuestras reservas porque no le gustan mis métodos.
—¡Ah!— Expreso.— Ya me imagino lo que haz de pensar ¿No?
—No sé, dímelo tú.
— Pues bueno, siendo una amiga tan cercana de Nadine, finísima persona, rubia, ojos verdes, haz de pensar ¿cómo es que Quentin termino conmigo? No.
—Exacto, eso es lo que pienso.— Respondió nerviosa mientras tomaba vino y de reojo veía a Vincent que no dejaba de abrazar a su esposa.
—Es raro ¿sabes?
—¿Qué? — Responde de inmediato.
—Que dices que eras una de las amigas más cercanas de Nadine ¿qué no? Pero Quentin me ha dicho que lo conociste después del accidente, digo, que puede ser que Nadine no le haya comentado sobre ti, pero lo que se me hace más raro… es que seas tan, tan, tan amiga, que nunca te hayas fijado que sus ojos eran azules, no verdes.
Quentin me toma de la cintura y los dos caminamos hacia el solarium, al entrar Vincent nos ve y nosotros simplemente tomamos otra copa y nos la tomamos de un sorbo. Vemos que él se acerca.
—¿Y? ¿Su amiga?
— Se fue, dijo que tenía cosas que hacer, así que no se quedó ¿Por qué? ¿Tenías que hablar con ella?
—No, no para nada, era una pregunta.
Él se aleja y ambos nos quedamos en silencio. No sabemos que él sabe lo que acaba de pasar y cuando lo va a describir pero es necesario que nosotros podamos hacer el primer movimiento antes de que él haga el suyo.
El resto de la fiesta la disfrutamos un poco, ya que nadie de su familia nos hizo caso así que después de el pastel, nos despedimos de su sobrina y salimos de esa fiesta que al menos sirvió para asegurarnos que Quentin jamás supiera de la reportera.
—Llegaré a darme una ducha.— Me dice él — ¿Te apetece comida china de nuevo amor?
—Lo que sea, muero de hambre… esa muestras médicas que da tu hermana de comida dejan con hambre a cualquiera.— Bromeo.
Quentin y yo entramos al piso y después de hacer el pedido de la comida China entra a la habitación donde yo me estoy vistiendo con la bata para quitarme después el maquillaje.
—¿No te darás una ducha?
—Sí, pero déjame quitarme el maquillaje, porque luego es imposible con el agua.
Volteo a ver el tocador y me percato que sólo tengo un arete de los largos que me iba a poner por la mañana. Me levanto, alejo un poco el banco donde me siento y cuando voy debajo a recogerlo veo una pequeña ranura con luz en el fondo del cajón.
—¿Qué es eso? ¿Tiene doble fondo? — Digo en voz alta mientras vuelvo a ponerme de pie, lo abro y después de sacar la ropa con cuidado abro doble fondo, ahí reposando en la madera se encuentra un cuaderno.
Lo tomo y lo primero que sale es una foto de Vicent y Nadine besándose. Me agacho para recogerla cuando veo la mano de Quentin que lo hace por mí. La vemos juntos y su reacción es del todo normal, supongo que saber todo antes ya le quitó la sorpresa.
—¿Qué es eso?
—No lo sé, estaba debajo del cajón.
Quentin lo abre y lo lee. De pronto sus ojos se abre en un gesto de asombro, de pronto ante nosotros están todas las pruebas que necesitaba no sólo para enfrentar a Vincent, si no para hundirlo en la cárcel.
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