[Quentin]
—¿Orgasmo seco?—Me pregunta Isabel entre risas mientras estamos ambos desnudos dentro de la bañera tomando champaña y comiendo unos deliciosos canapés que encargué a la cocina del Yate.
—Así es, hay muchas cosas que no conoces sobre mí.
—Vale, soy toda oídos.— Insiste.
—Pues cuando iba en la Universidad encontré un libro de sexo tántrico en la biblioteca, debo admitir que me llamó la curiosidad la portada, era roja así como tus hermosos labios.— Y ella sonríe.— Así que lo tomé, comencé a leerlo y descubrí que los hombres podemos tener orgasmos sin eyacular y dije, por qué no, puede servir.
Cuando le digo eso ella se ríe feliz y toma otro sorbo de champaña.
—Y desde ahí aplicas eso.
—Así es, hasta ahora nadie se ha quejado.— Bromeo y ella voltea a verme.
—Pensar que cuando tú estabas en la universidad yo estaba creo en primaria.
—Tanto ¿así?
—Sí, son diez años de diferencia. Así que no creo que hubiera habido un libro de sexo tántrico en la biblioteca.
Ambos nos reímos. Yo la pego aún más a mi cuerpo envolviendo con mis brazos.— Quiero tener un hijo contigo Isabel.— Me sale del alma.
Ella se queda en silencio y mueve las manos sobre el agua para acercar las burbujas hacia nosotros. Sé que es algo que no se dice en una luna de miel pero tal vez la felicidad que siento en estos momentos me hace decir esto. Sé que Theo y François llegaron mucho tiempo después de estar casado pero con Isabel no quisiera esperar tanto tiempo.
—Esto es por lo de “no quiero esperar tanto tiempo” — Contesta.
—Así es, sé que apenas esto está por comenzar pero jamás había sentido tanta felicidad, me siento pleno, satisfecho, te mentiría si digo que tengo palabras para poder expresar todo lo que siento, pero me encantaría empezar una familia contigo, disfrutar del embarazo juntos y finalmente tener entre mis brazos a un bebé mitad tú y mirad yo.— Expreso.
Isabel se hace un poco para adelante y se recarga en la esquina opuesta de la bañera después me sonríe y come otro canapé.— Sabía que sería pronto pero no tan pronto, todavía tengo muchas cosas que disfrutar ¿sabes?
—¿Cómo qué?
—Del excelente sexo tántrico que mi marido puede hacer.
Me sonrojo porque mientras lo dice ella estira uno de sus pies para acariciar mi hombría y comenzar a provocarme de nuevo—¿Pero?
—¿Pero qué?
—¿Qué es lo que me quieres decir?
—Que si tenemos un hijo en este momento no nos dará mucho tiempo para disfrutarnos ¿cierto?
—Nos disfrutaremos igual.— Murmuro y así tomo su pie para comenzar a hacerlo un masaje porque sé que es el de la pierna con la cicatriz.
Isabel cierra los ojos mientras disfruta comiendo un trozo de chocolate dando sorbos a la champaña. Esa imágen me hace pensar en Isabel con una reina sexy disfrutando de los placeres mientras su amante la admira de lejos.
—¿De verdad?
—Así es. Creo que una cosa que aún no haz entendido Isabel Osher es que te casaste con un hombre que te puede dar todo, tú pídelo y se te dará.
—¿Me puede dar un dinosaurio? — Pregunta coqueta.
—Sí, si puedo.
—¿De verdad? Quiero un cuello largo, es mi favorito.
—Perfecto. Hagamos un trato, el día que yo te dé un dinosaurio nos ponemos manos a la obra para tener un bebé.
—Me encanta la idea y estira su copa para chocarla contra la mía y cerrar el acuerdo. —¿Crees que mi marido también pueda darme un poco más de champagne.— Pronuncia en un perfecto francés.
—¿De casualidad haz estado practicando con Lea?
—Así es.. tomó clases particulares con la professeure Lea Cassals.
Comments
The readers' comments on the novel: El empresario del corazon roto