Capítulo 38
Fue mi culpa, scior. Por favor, no lcculpe -dijo humillada.
-Bueno, ya que todo esa bien, nos iremos ahora. -En cualquier caso, los policías sabían que no les correspondia mete: las narices en los asuntos personales de una pareja.
-Adiós, señor. — Kathleen se despidió cortésmente.
Solo regresó después de que entraran en el ascensor y miró a Samuel con incomodidad.
Habia una sonrisa forzada en su rostro.
-Hmph
Kathleen se acercó a él y murmuro:
– Lo siento.
-Gracias a ti, fui interrogado por la policía por primera vez en mi vida – comentó con indiferencia.
Se mordió el labio y protesto:
-Supuse que ya te habias ido. La puerta también estaba abierta. Pensé que un ladrón habia entrado.
– ¿Lo has asumido? -repitió mientras fruncia el ceño.
-Yo… – Kathleen no sabia qué decir.
¡Pum!
Le dio un golpe en la frente y le advirtió:
– Esta vez no lo has hecho tan mal. Como sabes que no debes ser imprudente, te perdonare solo por esta vez. Si vuelve a ocurrir, te rompere las piernas.
Mientras se frotaba la llaga de la frente, tenia una expresión de pena y agravio.
–¿Pero en verdad puedes culparme? Pensé que estabas apurado por ver a Nicolette y te olvidaste de cerrar la puerta
Eso hizo que Samuel frunciera el ceno.
“¿En verdad está tratando de justificarse aqui?>>
-Piensalo. ¿Por qué crees que elegi este lugar como nuestro nuevo hogar? – pregunto sombriamente. La seguridad de abajo es muy estricta¿De verdad crees que un ladrón podria entrar? ¿Por qué no usas un poco tu cerebro?
–Nunca se es demasiado precavido -insistió ella de manera agraviante- Acabas de decir que no lo he hecho mal!
Samuel dejó escapar un escalofriante resoplido.
–En verdad me vas a hacer explotar de ira algun dia, Kathleen.
En respuesta a eso, Kathleen hincho las mejillas. Parecia un cachorro pateado.
Esa noche, los dos estaban acostados en la cama.
No había mucho movimiento.
Ninguno de los dos estaba cansado, pero tampoco se hablaban. Más bien, ambos estaban sumidos en sus pensamientos.
Sin embargo, teniendo en cuenta que Kathleen estaba embarazada, no pudo luchar contra su somnolencia durante mucho tiempo.
Algún tiempo después, sonó el teléfono de Samuel. Por supuesto, un tono de llamada lo acompañaba.
-¿Qué? -exclamó. Tenia una mirada sombría-. Lo tengo. Tré enseguida.
-¿Qué pasa, Sam?-Kathleen se había despertado por la conmoción.
-Los guardias de seguridad de abajo me llamaron. Voy a echar un vistazo. -Su respuesta fue adrede vaga.
Sus labios estaban fruncidos mientras se cambiaba y bajaba las escaleras.
Se dio cuenta de que se había llevado el teléfono y las llaves del coche. Un sentimiento de inquietud se apodero de su corazón, asi que se puso una bata blanca y le siguió con discreción hacia abajo.
Cuando Samuel bajó las escaleras, vio a Nicolette hecha un ovillo en el sofá.
El tiempo era frio en el exterior, y ella sólo estaba vestida con una bata de hospital.
– Nicolette -grito. Samuel se dirigió hacia ella y de inmediato se quitó el abrigo para envolverla.
– iSamuel! -grito. Nicolette saltó y se aferró a su cuello mientras sollozaba-: Tengo tanto miedo, Samuel. Tengo miedo de la quimioterapia de mañana. El medico me ha dicho que se me va a caer el pelo. Me voy a poner lea.
La respiración de Samuel se hizo más profunda y alargó su gran mano para darle una palmadita en la espalda.
-¿Cómo puede ser eso? Siempre has sido hermosa.
Comments
The readers' comments on the novel: Enamorándome de mi esposa provisoria