Capítulo 137
Araceli elevó sus manos temblorosas en un gesto defensivo.
-No fue así, lo juro. Apenas sé cocinar y desconocía las consecuencias. Solo quería realzar el sabor, jamás imaginé que pudiera causarle daño.
Sabrina, hastiada de las excusas transparentes de Araceli, giró su rostro hacía André con una mirada cargada de desprecio.
-¿Y bien? ¿Qué excusa fabricarás ahora para defenderla?
Los labios tensos de André apenas se movieron mientras respondía.
-Quizás Araceli genuinamente desconoce estos temas culinarios.
Una risa amarga brotó de la garganta de Sabrina antes de dirigir su atención hacia Thiago.
-¿Y tú? ¿También la defenderás?
Thiago, con voz apenas audible, murmuró:
-Tal vez la señora Vargas no tuvo mala intención…
Sabrina asintió con una calma perturbadora.
-Perfecto. Si ustedes están convencidos de su inocencia, entonces así será.
“Respetaré su decisión, aunque sea errónea. Ya no intentaré proteger a quien rechaza mi ayuda.”
Determinada, Sabrina se dio media vuelta dispuesta a marcharse.
André frunció el ceño con visible molestia.
-Sabrina, ¿adónde crees que vas?
Sin voltearse, ella respondió con gélida precisión:
-He pasado toda la noche en vela. Naturalmente, voy a descansar. ¿Acaso el señor Carvalho me considera una máquina sin necesidades? ¿Pretende que permanezca aquí eternamente?
-Entonces ve a descansar -concedió André, suavizando ligeramente su expresión-. Thiago estará hospitalizado aproximadamente una semana. Puedes regresar esta noche.
Sabrina respondió con perfecta indiferencia:
-Thiago prefiere los cuidados de la señorita. Deja que ella permanezca a su lado.
André, visiblemente irritado, replicó:
-Eres la madre de Thiago. ¿Pretendes abandonar tu responsabilidad y delegarla a otros?
-Y tú eres su padre. ¿Por qué no te quedas a cuidarlo? -contraatacó Sabrina con mordaz ironía-. No utilices la palabra “madre” como cadena cuando te resulta conveniente.
1/3
19:26
Capitulo 137
-Cuando el niño sufre algún percance, súbitamente todos cuestionan mi capacidad como
cuidadora.
-Personas que jamás han dedicado un solo día al cuidado infantil se atreven a juzgar a quien lo hace diariamente. ¿No sienten vergüenza?
La mirada penetrante de Sabrina se posó alternadamente en Thiago y Araceli.
-Si consideras que tu adorada señora Vargas es tan extraordinaria, permite que ella te cuide. Veamos si está dispuesta a permanecer aquí cada día sin excepción.
-Yusted, señorita, no se limite a palabras vacías. Demuestre con acciones. Si tanto afecto siente por Thiago, supongo que no tendrá inconveniente en cuidarlo durante su hospitalización, ¿verdad?
-Finalmente, les deseo que como la familia perfecta que pretenden ser, permanezcan unidos sin necesidad de salir al mundo a lastimar a personas inocentes y desafortunadas.
Tras pronunciar estas palabras, Sabrina se retiró con paso firme sin mirar atrás ni un instante.
-Sabrina, ¿qué insinúas con eso? -André endureció su expresión y salió tras ella con urgencia.
Tras la partida de André y Sabrina, en la habitación del hospital solo quedaron Araceli y Thiago. El pequeño mantenía la mirada fija en la puerta por donde Sabrina había desaparecido, su rostro infantil teñido de una palidez preocupante.
Araceli, asegurándose que los pasos se habían alejado lo suficiente, se inclinó hacia él
susurrando:
-Thiago, ¿a qué hora despertaste exactamente? ¿Qué te preguntó tu madre?
El niño pareció regresar de sus pensamientos.
Comments
The readers' comments on the novel: La Guerra de una Madre Traicionada