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La Guerra de una Madre Traicionada novel Chapter 15

Capítulo 15

Belén se frotó los ojos con delicadeza, como si quisiera borrar una ilusión que nublara su vista.

A su lado, Thiago, intrigado por el gesto pausado y extraño de Belén, ladeó la cabeza y preguntó:

-Belén, ¿qué pasa? ¿Algo anda mal?

Con un movimiento cuidadoso, casi reverente, Belén le tendió el celular a André.

-Señor, mire esto

André bajó la vista, y sus ojos se posaron en la pantalla. Sabrina habia abandonado el grupo de chat. Al verlo, una sombra cruzó su rostro, endureciendo sus facciones.

Un

instante después, el teléfono de André vibró con un sonido insistente. Al otro lado de la línea, la voz de Araceli irrumpió, entrecortada por sollozos.

-André, ¿qué vamos a hacer? Parece que la señorita Ibáñez está realmente molesta

De pronto, un recuerdo atravesó la mente de André como un relámpago. Sabrina, siempre tan contenida, rara vez dejaba entrever sus lágrimas. Solo una vez la había visto llorar, cuando empujó a Araceli al agua, un incidente que la llevó a cuidados intensivos. Sabrina se había negado a pedir disculpas, aferrada a su orgullo. Furioso, André decidió castigarla: llevó a Thiago a la Villa Floral de los Carvalho y le advirtió que, si no cedía, no volvería a ver a su hijo.

Esa misma noche, la salud de Thiago empeoró. La fiebre lo consumía, y nadie lograba aliviarlo. Sabrina llegó a la villa, suplicando verlo, pero André ordenó que no la dejaran pasar. Bajo un cielo desgarrado por la tormenta, la lluvia cala sin piedad. Adentro, todos corrian de un lado a otro, pendientes del pequeño, mientras ella quedaba olvidada bajo el aguacero. Solo el mayordomo, conmovido, se atrevió a recordarle a André su presencia. Cuando al fin la dejaron entrar, Sabrina estaba empapada, temblando, y sus ojos brillaban con lágrimas que no podían ocultar su dolor. Fue la primera vez que André la vio quebrarse.

El llanto de Araceli lo arrancó de sus pensamientos.

-Acabo de ver que la señorita Ibáñez salió del grupo. André, mejor déjalo asi. Si no quiere preparar esos remedios para mi, no la fuerces

Una punzada inexplicable inquietó el pecho de André. Con voz firme, respondió:

-Está bien.

El silencio al otro lado de la linea fue inmediato, como si Araceli no esperara esas palabras. André continuó, sereno pero decidido:

-Si esos remedios son tan buenos para tu salud, contrataré a un especialista que se encargue de ti y atienda lo que necesites.

Araceli se apresuró a replicar, con un dejo de nerviosismo:

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-André, no hace falta complicarse tanto

En realidad, la sola idea de los remedios le repugnaba. Nunca los habia probado; cada platillo que Sabrina enviaba terminaba en el desagüe. El menú que había mandado no era más que una trampa para fastidiarla, pero André no tenía idea de sus intenciones. Sin darle espacio para protestar, cortó la conversación:

-Así se hará. Tengo asuntos que atender, voy a colgar.

Araceli se quedó inmóvil, mirando el teléfono con incredulidad. ¿Cuidar de sus necesidades? Si no tomaba esos remedios como debía, los especialistas lo notarían y su engaño quedaría al descubierto. Apretó los dientes, furiosa.

¡Maldita Sabrina! Seguro que ella está moviendo los hilos detrás de todo esto, pensó,

mientras el rencor crecía en su interior como una marea oscura.

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