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La Guerra de una Madre Traicionada novel Chapter 53

Capítulo 53

Gabriel arqueó una ceja con elegancia, dispuesto a continuar la confrontación, pero Sabrina lo detuvo con un gesto sutil.

-Señor Castillo, puede retirarse. Necesito hablar en privado con André.

Ante sus palabras, Gabriel inclinó levemente la cabeza en señal de comprensión.

-Por supuesto. No dudes en contactarme si requieres cualquier cosa.

El semblante de André se ensombreció visiblemente mientras observaba el intercambio.

Apenas la puerta se cerró tras Gabriel, André se giró hacia ella. Su rostro, perfectamente cincelado, revelaba una frialdad calculada.

-Sabrina, aún no hemos finalizado nuestro divorcio y ya te apresuras a invitarlo para cultivar

sentimientos.

Tipico de él, incapaz de pronunciar algo amable.

Sabrina respondió con voz neutra, sin alterar su compostura:

-Tu teléfono permanecía sin respuesta. Tras ingresar al hospital, el médico insistía en el pago inmediatosolo pude recurrir a alguien cercano para solicitar ayuda.

En realidad, había intentado comunicarse primero con Daniela.

Sin embargo, el día anterior ella había sufrido un accidente automovilístico y no pudo recoger a

Romeo.

Por ello, al recuperar la consciencia, no tuvo más alternativa que llamar a Gabriel para explicarle la situación.

Poco después, Gabriel llegó acompañado de Romeo para visitarla.

Luego apareció Daniela, y ambos se marcharon.

Daniela permaneció a su lado durante toda la noche, y al amanecer, Sabrina le pidió que fuera a descansar.

Sabrina elevó la mirada hacia André con expresión imperturbable:

-¿Acaso esperabas que el hospital me expulsara?

La nuez de Adán del hombre ascendió y descendió visiblemente, pero guardó silencio.

Mientras ella no tenía a quién acudir, él se encontraba ocupado atendiendo a Araceli en el hospital.

Sabrina tomó los alimentos que Gabriel había traído y comenzó a degustarlos pausadamente.

Un denso silencio invadió la habitación hospitalaria.

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17.13 Do

-Tú y Araceli¿por qué chocaron?

-Esa interrogante deberías dirigirla a la señorita, no a -respondió Sabrina con serenidad, sin rastro de nerviosismo o confusión-. Ya lo manifesté, fue su vehículo el que súbitamente impactó contra el mío.

André la examinó con ojos profundos como la medianoche.

-He interrogado a los testigos; todos afirman que emergiste repentinamente, sin reducir la velocidad.

Naturalmente.

No fue casualidad, Araceli lo orquestó deliberadamente.

Sabrina dirigió su mirada hacia André.

-¿Han localizado las grabaciones de vigilancia del lugar del incidente?

-Todavía no.

Sabrina no manifestó la menor sorpresa.

Araceli había planificado minuciosamente, evidentemente no cometería un error tan elemental. -¿Entonces qué considera el señor Carvalho? -inquirió Sabrina con tono desapasionado-. ¿Asume que actué intencionadamente?

-Independientemente de la intencionalidad, saliste sin moderar tu velocidad, y según los testimonios, la responsabilidad del percance recae enteramente sobre ti.

-¿Y entonces?

-La opinión pública está intensificándose. Si te disculpas públicamente con Araceli,

consideraremos el asunto resuelto.

Los ojos de Sabrina se deslizaron, revelando un destello de asombro.

Esbozó una leve sonrisa.

-¿Solamente una disculpa? La señorita está tan gravemente lesionada, supuse que exigirías

mi encarcelamiento.

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