Capítulo 66
Durante cada reunión familiar, Sabrina terminaba extenuada, más que cualquier otra persona
presente.
Se desplazaba incansablemente por toda la mansión, ofreciendo bebidas y refrescos a cada invitado, recibiendo menos consideración que el personal doméstico contratado.
A pesar de sus esfuerzos incansables por complacer a todos, Fernanda jamás mostraba el menor signo de aprobación hacia ella.
Sin importar las críticas que Fernanda lanzara, Sabrina debía permanecer en silencio absoluto, pues cualquier réplica sería interpretada como una insolencia imperdonable.
En aquellos días, Sabrina consideraba a Fernanda una figura de autoridad incuestionable, la madre del hombre que amaba.
Sentía la obligación de someterse para evitar que André quedara atrapado en medio de un conflicto familiar doloroso.
Pero ahora, cuando ni siquiera deseaba darle descendencia a André, ¿qué sentido tenía seguir tolerando a Fernanda?
-No regresaré–declaró Sabrina, abandonando aquella cautela con la que antes medía cada sílaba para no provocar la ira de su suegra.
Con una voz impregnada de desprecio, añadió:
-Y les ruego que no demoren en expulsarme. Me avergüenza profundamente ser considerada nuera de los Carvalho.
Al terminar estas palabras, sin esperar respuesta alguna, Sabrina cortó la comunicación abruptamente.
Al otro extremo de la línea, Fernanda contempló el teléfono con expresión pasmada, incapaz de asimilar lo sucedido durante unos instantes.
Luana Carvalho, sentada junto a ella y notando su desconcierto, preguntó con naturalidad:
-¿Vendrá Sabrina esta tarde, mamá? Tengo antojo de uno de sus pasteles; cuando llegue, pídele que prepare algo para mí.
Aunque tampoco simpatizaba particularmente con Sabrina, debía reconocer que sus dotes culinarias superaban con creces a los chefs profesionales que trabajaban para la familia.
Fernanda, recuperando la compostura, exclamó furiosa:
-¿Qué demonios le ocurre a Sabrina hoy? ¿Habrá consumido alguna sustancia? ¿Cómo se atreve a colgarme y decir que espera ser expulsada de nuestra familia?
-Últimamente he sido excesivamente condescendiente con ella, y ahora ha olvidado cuál es su posición.
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Capitulo 66
Luana, al escuchar estas palabras, reaccionó con indiferencia.
-Seguramente lo dijo para provocarte. Al principio, se esforzó desesperadamente por casarse con mi hermano, ¿por qué querría marcharse ahora? Además, ya tienen un hijo juntos.
Con un suspiro, Luana reflexionó:
-Aunque, entiendo perfectamente su frustración; mi hermano ha sido extremadamente obvio con Araceli. Cualquier observador externo pensaría que la verdadera esposa de André es Araceli.
-Creo que Sabrina está simplemente marcando su territorio. Ahora, todos saben definitivamente quién es la auténtica señora Carvalho.
Fernanda respondió con desdén:
-¿Qué señora Carvalho? Jamás la he reconocido como tal. Esa Araceli tampoco vale gran cosa. Pero según André, está desahuciada, así que no representa una amenaza.
Fernanda tomó delicadamente la taza de café que reposaba frente a ella y bebió un sorbo con
ay elegancia.
-Es el momento perfecto para que ella misma destruya cualquier vínculo con André.
Luana se detuvo, contemplando a su madre con suspicacia:
-Mamá, no estarás pensando en…
Fernanda respondió con calculada serenidad:
-Con la posición e influencia de André, aunque vuelva a contraer matrimonio y tenga más hijos, hay incontables damas de la alta sociedad formándose en fila para desposarlo. Y si no pertenecen a nuestra clase, al menos deberían poseer una educación refinada.
Con un gesto despectivo, añadió:
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