Capítulo 78
Al escuchar estas palabras, Luana manifestó su indignación.
-¡Sabrina seguramente cree que dependemos de esa medicina y por eso se comporta con tanta arrogancia!
André permaneció en silencio unos segundos, sopesando la situación antes de responder:
-Entiendo, me aseguraré de que envíe el medicamento a mamá cuanto antes.
-Por favor, hazlo ya. La salud de mamá no es algo con lo que se pueda jugar.
Con la promesa firme de André, Luana finalmente cortó la comunicación.
Tras abandonar la habitación de Araceli, Sabrina condujo a Romeo hacia un lugar tranquilo para desinfectar y aplicar medicamento en sus heridas.
Las lesiones de Romeo comenzaban a cicatrizar paulatinamente.
Su piel delicada hacía que las marcas resultaran más visibles e impactantes de lo que realmente eran.
Sabrina untaba el ungüento con extrema delicadeza, sus movimientos precisos y sutiles; ocasionalmente interrumpía para preguntarle a Romeo si sentía molestia.
Romeo negó suavemente con un movimiento de cabeza.
-Señorita Sabrina, ya no siento dolor, estas pequeñas heridas son insignificantes.
Hizo una breve pausa reflexiva.
-Además, Thiago tampoco quiso lastimarme a propósito.
Romeo había adoptado la costumbre de llamarlo por su nombre desde que descubrió que era algunos meses menor que él.
La hostilidad que Thiago manifestaba hacia él parecía no afectarle en absoluto.
Sabrina interrumpió sus cuidados y observó a Romeo con curiosidad.
-¿De verdad no lo culpas por esto?
Romeo sacudió la cabeza con convicción.
-Si es hijo de usted, entonces es como mi hermano. No puedo culparlo por nada, además lo hizo sin querer. Solo tiene miedo de que a usted se la lleven lejos.
Un destello de ironía atravesó la mente de Sabrina.
“Claro, Thiago simplemente teme perder a su niñera de tiempo completo“.
Era comparable a un juguete al que se había acostumbrado y que súbitamente pertenece a otra
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persona, despertando su instinto posesivo.
En ese momento, Romeo retomó la palabra:
-No culpe a Thiago, por favor. Él solo cayó en las mentiras de esa mujer malvada.
Sabrina lo miró con sorpresa.
-¿Mujer malvada?
Romeo asintió con expresión sería,
-Sí, la mujer mala que está en la cama del hospital fingiendo estar enferma,
Sabrina no pudo ocultar su asombro.
-¿No te agrada?
“Araceli, ese arquetipo de mujer que proyecta inocencia y domina el arte de la actuación, suele cautivar a los niños con facilidad“.
Romeo respondió con determinación:
-Ella acusó injustamente a la señorita Sabrina, por eso me desagrada.
Sabrina evocó el incidente del video y su semblante se suavizó.
-Gracias a tí y al señor Castillo, si no hubieran intervenido oportunamente, probablemente no me habrían permitido marcharme con tanta facilidad.
-Fue apenas un pequeño gesto de ayuda -comentó Gabriel con despreocupación-. Pero tú, ¿realmente consideras prudente este enfrentamiento con tu esposo e hijo?
Sabrina respondió con serenidad:
-Ya viste cómo me tratan. No importa cuánto me esfuerce, nada cambiará entre nosotros. Además… ya tomé la decisión de divorciarme.
Gabriel esbozó una sonrisa enigmática.
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