Capítulo 88
-Ella era perfectamente consciente del poco tiempo que le quedaba a Araceli, pero optó por continuar con sus artimañas sin inmutarse -espetó André con amargura. ¿Ya olvidaste cómo fabricó aquella enfermedad e incluso montó un falso secuestro para atraer la atención de Thiago y la mía?
-Durante estos años ha disfrutado los privilegios de pertenecer a nuestra élite y, ahora que tiene a Thiago en sus manos, ¿realmente crees que buscaría divorciarse? Todo esto no es más que una estrategia calculada, un paso atrás para luego dar dos adelante.
Jorge observó a André con el ceño fruncido, a punto de refutar sus palabras, cuando súbitamente la puerta de la habitación hospitalaria se abrió de golpe.
La enfermera, al comprobar que André permanecía cerca, exhaló con evidente alivio.
-Señor Carvalho, qué fortuna encontrarlo todavía aquí. La señorita está atrapada en una pesadilla y no consigue despertar. Por favor, acuda inmediatamente.
André asintió con determinación y regresó presuroso a la habitación.
Jorge contempló la silueta de su amigo alejándose por el pasillo y finalmente guardó silencio, sumido en sus propias reflexiones.
Transcurrieron dos días de espera hasta que finalmente Sabrina recibió noticias de Jorge.
-He confirmado que Daniela no fue secuestrada por André -la voz de Jorge sonaba neutra, desprovista de cualquier matiz emocional-. Necesito algunos días adicionales para rastrear su paradero, pero te garantizo que lo resolveré.
“¿Por qué siento que algo no encaja en su explicación? Hay algo en su tono que no me convence del todo“, pensó Sabrina mientras experimentaba un momentáneo alivio que rápidamente dio paso a una renovada inquietud.
-¿Qué ocurrió entonces con Daniela? ¿Por qué razón se está ocultando?
Tras una pausa significativa, Jorge respondió con calculada precisión:
-Aparentemente ofendió a una persona influyente y teme las consecuencias, por eso permanece escondida… No te preocupes, cuando la localice, me ocuparé personalmente de resolver la situación.
Conociendo la personalidad impetuosa de Daniela, quien fácilmente podía granjearse enemistades poderosas, Sabrina disipó sus dudas tras escuchar la explicación de Jorge.
Después de expresarle su gratitud, Sabrina finalizó la llamada con una sensación ambivalente.
Sin embargo, apenas había apartado el teléfono de su oído cuando una notificación iluminó la pantalla de su dispositivo.
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Capítulo 88
[¿Tu supuesta mejor amiga lleva días sin aparecer y ni siquiera te has molestado en buscarla? ¿Qué clase de lealtad es esa, Sabrina?]
Sabrina identificó de inmediato el mensaje como una provocación orquestada por Araceli para desestabilizarla emocionalmente.
Sin intención de alimentar aquel juego perverso, estaba a punto de borrar el mensaje cuando una imagen perturbadora apareció en su pantalla.
Daniela aparecía inmovilizada en una silla, con los labios sellados por una cinta adhesiva y el terror reflejado en sus ojos.
Con el pulso acelerado y la respiración entrecortada, Sabrina marcó inmediatamente el número del remitente.
La llamada fue rechazada sin contemplaciones.
Un nuevo mensaje apareció instantáneamente en su pantalla.
[Si quieres descubrir el paradero de tu amiga, preséntate en esta cafetería. Tranquila, no pretendo lastimarte, solo conversar como dos damas civilizadas.]
Examinando la dirección proporcionada, Sabrina se sumergió en un torbellino de conjeturas.
Era un establecimiento reconocido en pleno corazón de la ciudad, constantemente repleto de
comensales.
En circunstancias normales, incluso acudiendo sin compañía, el entorno público garantizaba cierta seguridad.
“¿No se supone que los intercambios de rehenes ocurren en lugares apartados? ¿Por qué elegir un sitio tan concurrido?“, se cuestionó Sabrina con creciente suspicacia.
“Además, Jorge me aseguró que la desaparición de Daniela no estaba relacionada con André. Entonces, ¿cómo es posible que Araceli conozca su paradero? ¿Podría estar Daniela bajo el dominio de Araceli?”
Con incertidumbre palpitando en su interior, Sabrina decidió acudir a la cita propuesta.
La cafetería bullía de actividad y desde el exterior no se apreciaba nada que despertara sospechas.
Al traspasar la entrada, un camarero de porte impecable la abordó con profesionalismo.
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