Capítulo 99
Al entrar en la sala, Sabrina se detuvo en seco al descubrir a Thiago. Su hijo, al percibir su mirada, giró el rostro deliberadamente y soltó un sonoro resoplido de desdén. Su hermoso rostro infantil mostraba una expresión altanera que parecía decir: “No te prestaré atención hasta que vengas a complacerme“. Sabrina, sin inmutarse, desvió la mirada con estudiada indiferencia.
-¡Bang!
Fernanda golpeó la mesa con tal fuerza que las tazas y utensilios vibraron produciendo un tintineo agudo que resonó en toda la estancia. Su semblante se había transformado en una máscara de severidad.
-Sabrina, ¿eres consciente de tu error? -inquirió con tono cortante.
Sabrina apenas frunció el ceño, manteniéndose en silencio. Tiempo atrás había idealizado a la familia Carvalho y a André, soportando las constantes humillaciones de Fernanda hasta llegar a creer que no merecía pertenecer a tan distinguido linaje. Solía contemplar a su suegra como una figura inalcanzable, superior en todo sentido. Ahora, con aquella ilusión hecha añicos, Fernanda no le parecía más que una persona común y corriente.
-Mamá, ¿qué ha sucedido? -preguntó André, dirigiendo una mirada inquisitiva hacia Sabrina.
-¡Deberías preguntarle a tu maravillosa esposa! -vociferó Fernanda, alzando con brusquedad la manga de Thiago-. ¡Tu querida esposa instiga a otros niños a maltratar a tu propio hijo! ¿Qué clase de madre hace semejante atrocidad?
-André, te lo advierto ahora mismo: si Sabrina no obtiene el perdón de Thiago, jamás volverá a pisar la casa de los Carvalho.
Respaldado por la autoridad de su abuela, el rostro infantil de Thiago se elevó con arrogancia. ‘Mamá siempre le teme a la abuela y la obedece más que a nadie“, pensaba. “Cuando venga a disculparse, no la perdonaré fácilmente. Además, tendré que hacer que le pida perdón a la señora Vargas también“.
André examinó con preocupación el moretón en el brazo de su hijo mientras fruncía el ceño.
-¿Qué ha ocurrido exactamente?
-Hermano–susurró Luana a su lado-, Thiago dice que hay un niño en el jardín llamado Romeo que lo hostiga constantemente. Estas marcas en su brazo las provocó ese niño. Y además…
Luana dirigió una mirada acusadora hacia Sabrina antes de agregar en voz baja:
-Thiago asegura que Sabrina ya no regresa a casa todos los días ni se preocupa por él, sino que se dedica a cuidar a otros niños por dinero.
-¿Acaso la familia Carvalho te ha privado de sustento? -bramó Fernanda-. ¡Abandonas a tu propio hijo para salir a trabajar por dinero, deshonrando el apellido Carvalho!
1/2
17.51
Capitulo 99
Para sorpresa de todos, Sabrina, quien normalmente aceptaba sumisa las críticas de su suegra, alzó la voz con determinación.
-Generar ingresos con mi propio esfuerzo no tiene nada de vergonzoso.
-Además, cuando no trabajo me llaman mantenida. Cuando gano mi propio dinero, me acusan de ser una deshonra. ¿Qué se supone que debo hacer entonces?
Fernanda quedó momentáneamente desconcertada, pero pronto recuperó su postura ofensiva.
-¿Te atreves a responderme de esa manera?
-Fernanda, no todas las palabras que te desagradan constituyen una insolencia -replicó Sabrina con serenidad.
La indignación de Fernanda aumentó visiblemente.
-¡Sabrina, todavía tienes la osadía de discutir!
Evaluando la situación, Sabrina optó por guardar silencio. Después de todo, su objetivo era rescatar a Daniela, no prolongar una disputa estéril.
-Thiago, ¿todo lo que afirmas es verdad? -preguntó André, dirigiéndose a su hijo.
Comments
The readers' comments on the novel: La Guerra de una Madre Traicionada