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La Novia Equivocada Novela de Day Torres novel Chapter 104

JUEGOS DE SEDUCCIÓN. CAPÍTULO 22. Este juego se termina aquí, Sophia Los ojos en blanco, jeso era lo que tenía! ¡los ojos en blanco! Sophi se perdía en aquella excitación que solo Rex podía provocarle. Quería matarlo por ser tan idiota, pero no podía evitar desearlo profundamente, y sus dedos acariciándola solo la iban volviendo loca.

-¿Quieres saber lo que voy a hacerte, Sophia? -murmuró y por alguna razón aquel nombre en su boca la derretia-. Voy a subirte este maldito vestido, te voy a dar la vuelta, y voy a follarte como ni yo te he follado en tu vida y eso es mucho decir!

Rex se arrodilló entre sus piernas mientras la mantenía sentada al borde del pequeño asiento y le soltó las manos solo para volvérselas a atar a la espalda.

– JM JJJMMM JM JUJMMMMMMJMMMMM! – la escuchó grunir algo que se le pareció bastante a un “Te voy a matar”!

Sin hacerle el menor caso le abrió el corsé del vestido y se inclinó para chupar sus pezones hasta que estuvieron duros y erectos. Bajó por su vientre, abriendo todo y la contempló un momento, deleitándose en su belleza, antes de separar sus muslos. Con la punta de la lengua dio un pequeño lametón a su clítoris, provocándole un suspiro. Luego metió la lengua en su interior y comenzó a lamerla con movimientos circulares. Sophi gimió en voz alta cuando sintió que se acercaba al orgasmo, pero Rex no parecía dispuesto a permitirselo todavía.

-¡Estás castigada, niña! -gruno deteniéndose y haciéndola protestar-. No te vas a correr hasta que yo lo diga y de la forma en que yo lo diga, entendiste?

-JJJMMMJJJMMMJJMMM!

– Tomaré eso como un “sí”.

Rex sonrió y retomó su tortura, lamiendo cada centimetro de su cuerpo hasta que al final, . cuando ella creía que no podría aguantar más, la penetró con un par de dedos. Sophi gritó y se puso rígida cuando sintió como la invadía una ola de placer hasta que sus gritos de frustración se transformaron en gritos de éxtasis. Rex la mordió un par de veces más antes de permitirle que alcanzara el orgasmo, pero en cuanto lo hizo, agarró sus caderas y la puso en pie, cortando aquel magnífico momento y dándole la vuelta para que quedara apoyada contra el respaldo del asiento.

–¡Todavía no te he dado permiso para correrte! –siseó él mientras a Sophi no le quedaba más remedio que apoyar la mejilla en la superficie fría que se extendía tras el asiento para poder mantener el equilibrio.

Rex levantó su vestido hasta la cintura y contempló aquella hermosa visión de su trasero desnudo. No pudo resistirse a darle una palmada fuerte que le dejó una mancha roja en la piel, y ella se giró y lo miró furiosa, haciéndole sonreír. —Te dije que estás castigada-le amenazó el mientras empujaba su trasero y separaba sus piernas con fuerza hasta que ella se quedó completamente expuesta.

Sophi no pudo evitar temblar de excitación cuando escuchó el sonido de su cinturón abriéndose. Aquel deseo era más fuerte que ella Gimnió cuando sintió los dedos de Rex en rapida sucesión adentrándose en su interior para luego salir por completo y ser sustituidos por la presión feroz de su miembro,

Rex sintió su pequena vagina contraerse involuntariamente y le soltó otra nalgada. El respingo

de sorpresa le ganó el cielo y Rex se empujó dentro de ella con fiereza, sintiendo cómo cada una de sus paredes lo devoraba.

-¿Esto era lo que querías? -grunó clavando una y otra vez sus caderas contra las nalgas de Sophi. Le quitó el molesto velo y envolvió su cabello en un puño antes de tirar de ella hacia atrás y hacerla pegar la espalda a su pecho–¿Quieres que te levante el castigo, nena? – susurró en su oído, mientras mordía su oreja y acariciaba sus senos. La vio asentir y le quitó suavemente la cinta de la boca-. Si no gritas, no voy a dejar que te corras nunca más en tu vida entendiste? -la amenazó, pero la verdad que Sophi no necesitaba incentivos.

Su cuerpo vibraba por el deseo mientras Rex la follaba salvajemente, duro y sin piedad. Sus protestas se convirtieron en gemidos involuntarios y en cuanto oyó su propia voz, supo que era incapaz de resistirse a él.

-¡Eso me gusta! -jadeó Rex, empujándose dentro de ella sin descanso mientras encontraba su boca y mordía sus labios-.¡Estoy… muy… muy… enojado… contigo… Sophia! -gruñó y Sophi sintió como si aquellas palabras hubiesen despertado aún más su deseo. Le dolía la forma brusca en que Rex entraba y salía de ella, pero estaba tan húmeda que hasta eso era puro placer-. ¿Quién… … te dijo… que puedes… casarte… con otro… que no sea… yo? – Cada palabra era una embestida y Sophi tembló cuando sintió el orgasmo arremolinarse en su vientre.

Las manos de Rex estaban por todo su cuerpo, excitándola, tocándola, sometiéndola. Y sus propias manos seguías atadas a su espalda, sin poder corresponderle ni defenderse. Se tensó mientras el orgasmo llegaba y de repente el vacío se hizo demasiado grande en su interior.

-¡Te odio! -gritó cuando Rex le cortó aquel nuevo orgasmo, pero él sostuvo su cuello y hundió la lengua en su boca.

– Mentirosa, me amas, igual que te amo yo -respondió Rexy Sophi abrió los ojos y perdió el aliento en un segundo. #

-i¿Eh…?! – balbuceo. -Te amo, Sophi -repitió Rex con voz sensual y rendida-. Te amo más que a nada en el mundo -dijo contra su boca, cerrando los ojos-. Te amo tanto que me odio por lo que te hice y por lo que me hice…

– Rex…

-¡Pero todavía estás de castigo, niña, hasta que se me olviden todos los hombres que te follaron antes de mí!-gruno con posesividad.

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