CORAZONES ATADOS. CAPÍTULO 2. Yo lo quiero
James se sorprendió de lo liviana que era aquella chica cuando la levantó en brazos. No pudo recoger sus cosas, solo se la llevo a ella a su departamento y la acostó en el sofá. Cruzado sobre su hombro había un bolso, James lo abrió y encontró su identificación, leyendo su nombre: Maddison.
-Maddison -murmuró y trató de despertarla-. ¡Maddi! -Pero la muchacha no reaccionó. Afortunadamente en menos de cinco minutos los paramédicos estaban atravesando su puerta y la subían a una camilla. Él por supuesto fue con ellos y lo dejaron subir a la ambulancia.
James la miró atentamente mientras llegaban al hospital. Tenía el cabello de un rubio ceniza claro, deslucido. Sus ojos eran de un azul profundo, o al menos eso le pareció mientras el paramédico le abrió uno para ver su respuesta ocular. Estaba muy blanca, como si nunca tomara sol y se veía extremadamente cansada.
Y aun así era una mujer muy hermosa.
-Tenemos pérdida del conocimiento y posible contusión -anunció uno de los paramédicos bajándola de la ambulancia-. Está respondiendo a los estímulos, canalizamos una vena con solución salina.
La entregaron a los médicos y una enfermera se acercó a él de inmediato con una tablilla de datos.
-¿Usted es familiar? —James se quedó aturdido por un momento-. Si no es familiar no puede pasar con ella…
-¡Soy su novio! -mintió. 2
La mujer lo miró y luego a la muchacha, a la que estaban llevando a urgencias.
-¿Usted va a correr con los gastos del ingreso? -preguntó y James se dio cuenta de lo mismo que ella, con aquel uniforme de camarera, la chica no habría podido cubrir ni un tercio de la cuenta de aquel hospital.
-Sí, yo corro con los gastos -sentenció tomando la.tablilla y firmando con su nombre.
Luego sacó la identificación de Maddi y llenó todos los otros datos:
Nombre: Maddison
Apellido: Grant
Edad: 26
Estado civil: Soltera.
No sabía nada más. Si tenía alergias, historial de enfermedades cardiacas o locura. Solo sabía que buena suerte, aparentemente, no mucha.
–
Una hora después uno de los doctores salía para decirle que a pesar de todo ella se encontraba
estabe.
—Le hicimos una tomografía, no hay contusión, solo un corte leve en la frente, ni siquiera necesitará puntos -dijo el médico.
-Eso es un alivio.
-Bueno, la verdad no nos preocupa tanto el corte como la causa del desmayo, así que le hicimos algunos análisis de emergencia -replicó el doctor y James se envaró en un segundo. -¿Y qué pasa…? ¿Ella está bien?
-La verdad es que no, tiene las defensas bajas, la hemoglobina baja, está a tres indicadores de la desnutrición y tiene fatiga severa. Eso en su estado puede llegar a ser muy peligroso para su
vida.
James abrió y cerró la boca varias veces mientras intentaba interpretar aquello.
-¿Disculpe? ¿Su estado? -balbuceó.
-Es normal que no se hayan dado cuenta, solo tiene seis semanas, pero su novia está embarazada -dijo el médico y James apretó los labios, sin saber qué decir. 6
Si antes había pensado que el hecho de que su novio y su amante la echaran de su propia casa estaba jodido, ahora estando embarazada y enferma creía que a aquella pobre chica se le había juntado toda la mala suerte del mundo.
Podrá pasar a verla en unos minutos. Ya está despertando.
James asintió, no tenía nada que hacer allí, pero no podía largarse sin más, así que siguió al doctor hasta la habitación y se sentó a su lado, quedándose unos minutos a solas con ella.
La vio abrir los ojos con esfuerzo y comprobó que realmente eran de un azul cautivante.
-Al menos me tocó un ángel bonito… -susurró Maddi intentando levantar la mano para alcanzar sus rizos. 1
James tenía el cabello ondulado en rizos gruesos y rubios; y ella los acarició con ternura, como si de verdad creyera que no era real.
-Creo que estoy muy lejos de ser un ángel -murmuró él sonriendo y la vio sobresaltarse y abrir los ojos completamente.
-Lo siento… tú… ¿dónde…?
-Tranquila, estás en el hospital -le dijo él poniendo una mano sobre la suya-. Mi nombre es James King, vivo en tu edificio, en el piso doce. Te desmayaste delante de mí, así que llamé a una ambulancia.
Maddi cerró los ojos y se llevó una mano a la cabeza, como si intentara recordar.
Gracias–murmuró-. De verdad lamento la molestia.
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