CAPÍTULO 13. ¿Cómo te lastimaste? Cuando Aquiles entró en el salón donde estaban su mujer y su hija y les contó sobre la llamada que Nathan King acababa de hacerle, la mansión Wilde se revolucionó.
–¡No, yo no quiero ir! – rezongó Stephanie. –¡Pues no es opcional! – replicó su padre–. ¡Fue una orden del señor King! – ¡Pero es que yo no sabría qué hacer con una mocosa enferma! –protestó Stephanie, asustada ante la idea de tener que cuidar a alguien–.¿¡Quieres que se nos caiga todo este teatro!? ¡Porque te garantizo que si voy a esa casa Nathan terminará dándose cuenta de que yo de madre dedicada no tengo ni la intención! Después de una intensa discusión entre Aquiles y Stephanie, finalmente Heather decidió intervenir y hacer lo que fuera necesario para ayudarla.
– No te preocupes, lo lograremos. Tengo una idea y te prometo que todo saldrá bien – le susurró–. Ve a ponerte un pijama en lo que yo llamo a una ambulancia, si nos apuramos llegará antes que el coche del señor King. Cinco minutos después Amelie bajaba la escalera para ver cómo se llevaban a su prima al hospital.
– Stephanie ha tenido una intoxicación alimenticia –sentenció su tío—, y el auto del señor King está a punto de llegar.
Amelie arrugó el ceño sin comprender.
–La hija de Nathan al parecer enfermó y él pidió por Stephanie, pero ella no puede ir, así que tendrás que ir tú. ¡Más vale que te apures! –sentenció su tía Heather pasando a su lado–.¡Y no nos hagas pasar vergüenza! La muchacha no se lo hizo repetir dos veces. Saber que Sophia estaba enferma le encogía el corazón, pero saber que el idiota de Nathan había mandado a buscar a la inútil de Stephanie.
“¡Es más ogro de lo que pensé y más bruto que el límite permitido!“, rezongo mientras se subía al coche de los King. 1
Poco después, Amelie estaba justo delante de él, con su mejor cara de leona cazadora, cuando el teléfono de Nathan comenzó a sonar y enseguida identificó el número de los Wilde.
–Señor King –exclamó Heather Wilde con tono lastimero–. Lo lamento mucho, pero Stephanie está en el hospital. Al parecer algo no le cayó bien y tiene una severa intoxicación alimenticia. Estamos muy preocupados por ella... iy por
su hija, claro! Pero mandamos a nuestra niñera, ella es muy hábil para estos casos. .
Nathan miró a Amelie de arriba abajo, solo era otra niña de dieciocho años, ¿qué demonio de habilidad podía tener? Pero lo que sí tenía era mucha determinación.
–¿¡Qué le pasó a Sophie!? –gruñó sin importarle que fuera su jefe, su superior o su dueño. Nadie podía entender el vínculo tan importante que tenía con aquella niña ni cuánto se necesitaban la una a la otra.
Nathan colgó sin responder y le hizo un gesto para que ella lo siguiera. Se dirigió a la habitación de Sophie y Amelie se acercó a la pequeña enseguida.
—¿Meli? –Sophie hizo un puchero y le echó los brazos al cuello.
Amelie la acurrucó y se dio cuenta de que tenía fiebre.
– A ver, mi niña, ¿qué pasó? ¿Qué te sientes? – le preguntó con preocupación.
– Comí algo que no me gustaba... La fea de Stephanie me dijo que lo comiera.... Amelie miró a Nathan como si quisiera asesinarlo allí mismo y él levantó los brazos a modo de rendición.
–Yo tampoco estuve de acuerdo, pero Sophi insistió — dijo él y la expresión de Amelie se suavizó un poco. Estuvo hablando con la pequeña unos minutos y luego la acomodó en la cama.
– Ahora vengo, dame un momento para hablar con tu papá, ¿sí? — le pidió.
– Está bien, pero no te enojes con el “ogruto“, de verdad no fue su culpa – respondió Sophia y Amelie sonrió.
Tomó la manga de Nathan al pasar y lo arrastró afuera.
– Imagino que Sophi debe tener su pediatra... – empezó y él la interrumpió. – ¿Tú qué crees? ¡Sophie es la princesa de esta casa, por supuesto que tiene su médico!
– Entonces llámalo – dijo Amelie sin percatarse de que lo estaba tuteando y dándole una orden, todo en dos palabras.
Nathan se cruzó de brazos y la miró con sorna.
– Heather acaba de decir que eras hábil para tratar con enfermos. Creí que podrías lidiar con el malestar de Sophi...
–Y esta soy yo lidiando con eso –replicó Amelie sin una sola gota de antagonismo en la voz—. Soy mujer, no pediatra. No voy a hacer alarde de conocimientos que no tengo, y menos voy a enfermar más a Sophi dándole un
medicamento equivocado. – Nathan la miró con curiosidad, seguía siendo una fiera, pero era una fierecilla directa–. Sophi debe tener una indigestión fuerte. tiene fiebre, y para los niños ese medicamento va dosificado por peso y talla, eso tiene que recetárselo su doctor... El silencio que se hizo fue demasiado profundo y Amelie sintió que aquellos ojos de Nathan estaban intentando ver incluso a través de su alma, pero justo en aquel momento ella ya no tenía paciencia para sus juegos.
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