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La Novia Equivocada Novela de Day Torres novel Chapter 147

CORAZONES ATADOS. CAPÍTULO 34. ¿Y ahora qué?

James se quedó mudo cuando escuchó el grito, pero no vio a Martin intentando agarrarse del vacío frente a sus manos mientras caía. Corrió hacia el borde, pero en solo un par de segundos se escuchó aquel golpe seco contra el suelo. Se asomó al borde de la terraza y vio allá abajo el cuerpo de Martin, no tenía que ser adivino para darse cuenta de la posición tan antinatural en la que estaba su cabeza y lo que eso significaba.

-¿Se te resbaló? -preguntó James con tono por completo carente de emoción. 5

-Me dio un calambre en las manos, creo que de escalar el muro -respondió Aaron con el mismo tono y James asintió. 2

-La muerte de cualquier ser humano es una desgracia, pero hay algunos que solo provocan alivio cuando se van -murmuró con cansancio-. Hay que llamar a la policía.

-Ya vienen en camino, los llamé antes de llegar le dijo Aaron y como confirmando sus palabras, muy pronto escucharon el sonido de las sirenas de una patrulla y una ambulancia –. Será mejor que lleves a Maddi al hospital. Tus padres y yo podemos ocuparnos de la policía.

Y por más que James quisiera ayudar, estaba mucho más preocupado por Maddi y lo que su madre le había dicho sobre el… embarazo. La subió a uno de los coches y se la llevó de

allí.

En cuestión de minutos llegó la policía y se bajaron varios oficiales y una señora con aspecto distinguido que dijo ser detective. Los que venían en la ambulancia metieron el cuerpo de Martin en una bolsa negra para cadáveres y poco después se retiraba. La detective les tomó declaraciones a Nathan y a Meli y luego se acercó a Aaron, que estaba en el lugar del “accidente“.

-Listo, cariño. Yo me ocuparé a partir de ahora le dijo sin que nadie pudiera escucharla.

-Gracias, abuela. 4

-¿Estás bien, hijo? -le preguntó Katerina-. ¿Necesitas hablar? 4

-Lo que necesito es ver a Nahia -murmuró él. 2

-Entonces ve a buscarla y deja de hacerte el macho alfa, que con ella no va a funcionar

le advirtió su abuela. 3

Pocos minutos después Katerina Orlenko se retiraba con aquel cadáver, lista para desaparecer aquella media hora de horror de la historia de la humanidad, junto con el cuerpo de un hombre que nunca le había ningún bien al mundo.

-Te agradezco por todo le dijo Nathan tendiéndole la mano al muchacho-. Es increíble la forma en que lo resolviste y nos devolviste a Maddi y a los bebés sanos y salvos.

-No fue nada, para eso… estudié -murmuró Aaron recogiendo sus cosas en la

camioneta. Sin embargo antes de irse se dio la vuelta y regresó con Nathan-. Señor,

quisiera pedirle permiso para frecuentar a su hija Nahia -declaró con firmeza y Nathan se encogió de hombros.

-Pues si ella está de acuerdo…

-Ese es el problema. Ella no está de acuerdo. Legalmente sería acoso o algo así -dijo Aaron como si no estuviera diciéndole a un padre que iba a corretear a su hija hasta que la consiguiera.

-Pues si estás dispuesto a que te peguen…

-Lo estoy, señor -dijo el muchacho y Nathan y Meli se miraron. *

-En ese caso siempre usa protección -le dijo Nathan y Aaron se puso colorado en un segundo.

-Y por “protección” quiere decir casco y chaleco antibalas -se rio Meli-, porque Nahia es la que mejor puntería tiene de todas nosotras.

Aaron tosió un poco y se rio.

-Sí, eso me consta -murmuró antes de despedirse-. En ese caso, señor King, señora King… nos vemos el fin de semana en la reunión familiar.

-Nos vemos, hijo, esconderé las sartenes solo por ti -se despidió Meli y un minuto después el muchacho se había ido. 2

-Esto me huele a romance tóxico -se burló Nathan-, no sé si ayudarlo a conquistar a Nahia o darle el pésame directamente.

-Yo creo que en este enredo mejor no nos metemos, porque de las dos leonas que criamos, esta es la única que se encontró con otro león, así que mejor evitamos salir mordidos -replicó Meli.

-Entendido, señora. Ahora déjame ir a limpiar un poco antes de que regresen los niños. Mientras tanto Maddi iba muda en aquel auto que casi llegaba al hospital. Las manos le temblaban sin que pudiera evitarlo y las náuseas apenas la dejaban abrir los ojos.

-Dime qué pasó, James. Tienes que decírmelo -murmuró, porque ella solo estaba dentro con los bebés cuando había escuchado el grito, pero luego James solo había entrado como un huracán, levantándola en brazos y llevándosela.

-Maddi… Martin está muerto.

-¿Qué…?

-Martin está muerto–murmuró él-, se cayó de una de las torretas… Fue un accidente.

Maddi gritó de sorpresa y horror, agarrándose el estómago mientras las náuseas volvían a

invadirla.

-Frena el auto.

-Maddi…

-¡Frena el auto, ya! -gritó ella y James ni bien acababa de orillarse a un lado de la carretera cuando ella abrió la puerta y salió.

Tuvo una violenta arcada en la acera, su cuerpo temblaba de la impresión y se inclinó, devolviendo íntegramente el contenido de su estómago mientras James salía del coche para consolarla. Finalmente, cuando ya no quedaba nada dentro de ella, dejó que James la metiera del nuevo al auto y se hundió en el asiento.

James la vio ponerse pálida y estaba muy fría cuando la tocó. No le importó que le

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