ATRACCIÓN PELIGROSA. CAPÍTULO 23. ¿Esperas que tu abuelita te saque del lío?
-No, no, no, no no… no es seguro a donde voy, Nahia -dijo Aaron abriendo mucho los ojos-. No puedo estar buscando a Jared y preocupándome por ti a la misma vez…
-Es que no vas a tener que preocuparte por mí… a menos que creas que el acosador de mi cuñada puede estar en Bulgaria -replicó ella.
-Por supuesto que no está allá.
-Entonces seré una turista más, lista para ayudar a mi chico cuando me necesite -sonrió ella abrazándolo.
Y Aaron supo que su juicio estaba completamente nublado en el mismo momento en que dijo que sí.
-Está bien, pero te vas de turista, de tiendas, a pasear, en lo que yo investigo qué pasó. ¿De acuerdo?
-¡Sí, señor!
-¿Y prometes obedecerme en todo?
-Bueno…
-¡En todo, Nahia! Tienes que obedecerme en todo mientras estemos allá, ya que regresemos puedes pegarme con el sartén -sentenció Aaron.
-Está bien. Te prometo que te voy a obedecer en todo -accedió Nahia.
Una hora después los dos se acurrucaron en uno de los asientos del avión privado, esperando ansiosos a que despegara su vuelo. Cada uno estaba ansioso por cuestiones diferentes, y toda la expectación se había acumulado en solo una hora pareció llegar en ese preciso momento.
Nahia agarró con fuerza la mano de Aaron mientras luchaba contra la preocupación.
-¿Crees que todavía esté vivo? -preguntó refiriéndose a Jared-. ¿Era una asignación peligrosa?
Aaron la tranquilizó con un suave apretón.
-Jared es un experto. Solo vamos allá a averiguar qué le pasó. La miró con una sonrisa tranquilizadora –. Te prometo que haré todo lo que esté en mi mano para encontrarlo.
Nahia lo miró fijamente a los ojos, buscando alguna señal de angustia o miedo, pero lo único que vio fue determinación. De verdad su chico era el dueño de una de las agencias de seguridad más grandes del mundo. ¡Era una locura!
Tras un vuelo tranquilo en donde él estuvo inmerso completamente en internet, Aaron y Nahia aterrizan en Bulgaria. Su primer movimiento fue registrarse en el mejor hotel de la ciudad. Aparte de su padre, Aaron era quizás el único hombre al que no veía temblar pagando una suite de cuatro mil euros por noche. Se instalaron a la mayor brevedad y comenzaron su búsqueda en la zona residencial de la ciudad, allí donde sabía que Jared se había estado quedando.
-Parecía un caso simple -murmuró Aaron mientras conducía el auto de renta hacia los suburbios de la capital-. Una periodista y su bebé. La mujer estaba escribiendo un artículo al parecer controversial sobre la mala praxis en los seguros médicos gubernamentales. Dijo que nadie sabía nada todavía, pero que tenía miedo de que algo le pasara.
-¿Ya publicó el artículo? -preguntó Nahia.
-No, no encontré nada, estuve buscando durante el vuelo pero nada -respondió él.
Llegaron a la dirección donde se estaba quedando Jared, pero la casa, con su jardín frontal descuidado,
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se veía desierta.
-Necesito que te quedes en el coche, nena -le pidió-. Cierra con seguro, mantenlo encendido y alistate para conducir por si salgo corriendo bajo las balas.
Nahia sonrió y le dio un beso suave.
-Jamás me habrías traído aqui si creyeras que habría balas -lo acusó ella, sabiendo que solo no quería que entrara a la casa-. Pero seré tu chofer designado y estaré lista para ti -accedió porque le había dicho que lo obedecería.
Él salió del auto y Nahia se pasó al asiento del conductor.
Aaron entró en la casa, con la esperanza de obtener alguna información de personas que pudieran estar relacionadas con la desaparición de Jared. Por desgracia, la búsqueda resultó incómoda pero no totalmente infructuosa. La casa estaba vacía y revuelta, así que era evidente que se los habían llevado.
Había tres huecos de disparos en la pared pero nada de sangre. Aaron buscó los casquillos y gruñó al reconocer el tipo de arma. Aquello no tenía nada que ver con el gobierno.
Por otro lado, lo más revuelto de la casa parecía concentrarse en el pequeño despacho. Si ella estaba haciendo una investigación periodística debía tener pruebas. El hecho de que allí no hubiera cuerpos significaba que no las habían encontrado.
Aaron regresó al auto y suspiró mientras intentaba explicarle aquello a Nahia.
Bueno, no hay forma simple de decir esto: la buena noticia es que creo que están vivos -sentenció.
-¿Y cuál es la mala?
-Que creo que los tiene la mafia -gruñó Aaron mostrándole los casquillos-. Este modelo de rifle en particular está modificado para tener la potencia de un arma larga pero con cañón recortado, por eso los casquillos se deforman así. Es un clásico del crimen organizado búlgaro.
Nahia asumió que su trabajo era estar informado de todo eso y no preguntó cómo era que sabía de armas búlgaras. En cambio hizo una pregunta más interesante:
-¿Y por qué la mafia se llevaría a una periodista?
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