ATRACCIÓN PELIGROSA. CAPÍTULO 38. Así funciona la familia
Dos años después. 1
-¡Hija, estoy tan orgullosa de ti! -exclamó su madre al ver aquel título colgado en la pared de su oficina.
-Solo es un pedazo de papel, mamá -sonrió Nahia cargando a su pequeña bebé de dos meses-. Sabes que trabajar aquí en la empresa me ha dado mil veces más conocimiento que cualquier universidad. Oxford fue un sueño lindo que se cumplió, pero hay otros sueños mejores. ¿Verdad, mi amor? -dijo dándole muchos besos a la bebé, que suspiró dormida en sus brazos. 6
Meli sonrió mirándolas y las abrazó.
-Créeme, estoy mucho más orgullosa por mi nieta que por ese título, pero igualmente quiero que lo
sepas.
Nahia la acostó en su cochecito y la mecieron un rato mientras conversaban, hasta que su secretaria le anunció que el abogado había llegado ya.
-Está bien, Clarissa, hazlo pasar, por favor.
Un segundo después un hombre alto, apuesto y distinguido se acercaba a ellas.
-Señoras King–saludó.
-Adam, qué gusto verte -lo recibió Nahia-. Cuéntame, ¿cómo va todo?
-¿El proceso? A punto de terminarse -le sonrió él hombre sentándose frente a ellas-. Ya sabemos que cuando se trata del apellido King nadie pone muchas excusas, así que estamos cerca de solucionarlo todo, sin embargo la jueza solo encontró un detalle, es algo técnico, pero debemos resolverlo o si no, no podremos continuar. 6
-OK–Nahia se puso hasta nerviosa-. ¿Qué detalle es ese?
-Tu matrimonio -respondió Adam-. En los documentos solo figura tu nombre como madre de Julie, pero según tu matrimonio debiste poner al… ¿señor Olenko? ¿Así se pronuncia? 1
-Orlenko–lo corrigió Nahia mientras su corazón se aceleraba-. Pero tiene que haber un error. Yo ya no estoy casada, me divorcié hace dos años. 4
Adam frunció el ceño y revisó todos los documentos de nuevo.
-¿Tienes tu acta de divorcio? -le pidió.
-Bueno… no, pero mi sue… la mujer que era mi suegra vino con los papeles, y le firmé el divorcio, mi exesposo ya los había firmado así que asumi… Espera ¿no estoy divorciada? 1
-Dame un minuto -murmuró Adam mientras se levantaba y comenzaba a hacer llamadas.
Meli le dirigió una mirada interrogante a su hija y esta se encogió de hombros porque no tenía ni idea de lo que pasaba. Finalmente Adam volvió a sentarse.
-Malas noticias, sigues casada -le informó. 1
-¡No puede ser…! -murmuró Nahia.
-Pues así es, y el problema es que no podemos seguir adelante sin resolverlo. O consigues el divorcio, o tu marido viene a poner su nombre en los documentos de Julie -le advirtió Adam-. Tenemos tres días hábiles para resolverlo. C sea que el lunes tenemos que presentar una solución definitiva.
Nahia cerró los ojos con frustración y maldijo por lo bajo. No podía creer que se estuviera complicando
de aquella manera y menos que Aaron no hubiera resuelto lo del divorcio.
Hacia dos años que finalmente se había dado por vencida, no había vuelto a llamar a Ucrania porque sabía que ya nadie le respondería, y estaba segura de que eso no había cambiado, así que era inútil
intentar.
-¿Qué vas a hacer? -preguntó Meli una hora más tarde, mientras conducían hacia la casa de Nahia en Londres.
-Lo único que puedo hacer, ir a conseguir el divorcio respondió ella.
-¿Y no puedes mandar a un abogado?
-Eso sería lo ideal, pero tengo muy poco tiempo. A un abogado pueden darle largas o negarle la entrada, pero a mí no sentenció Nahia.
En pocos minutos hizo una maleta y mandó a preparar el avión, mientras le encargaba a su madre que cuidara mucho de Julie.
-¿Quieres que vaya contigo? -le preguntó Nathan y ella negó.
-No hace falta, papá. Esta es la clase de cosas que una debe hacer sola -sentenció la muchacha y Nathan asintió. T
A los veintidós la mayoría de las chicas de su edad estaban disfrutando de la vida loca, pero ella dirigía una empresa internacional y tenía una hija. Nathan tenía que confiar en que sabía lo que hacía. 1
-Nos vemos pronto mi chiquita hermosa -le dijo a su bebé dándole un beso en la frente y se despidió de sus padres.
Media hora después estaba volando hacia Ucrania y al llegar se hospedaba en el mejor hotel de Odessa. Rentó un auto y respiró profundo mientras revisaba los papeles del divorcio que le había mandado Adam por correo. Los firmó sin dudar y marcó con pequeñas etiquetas en azul dónde debían ir las firmas de Aaron para que no faltara ninguna.
Era ya de noche cuando condujo hasta la mansión de los Orlenko, pero una de las muchachas de la casa le dijo que toda la familia había salido.
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