CAPITULO 51. AMELIE WILDE Meli lo pensó un poco y luego trató de sonreír, después detodo Rex tenía razón, daba lo mismo una ciudad que otra si tenía que irse de allí.
Boston era tan buen lugar como cualquiera.
— Está bien-accedió-.
Supongo que tendré que poner algunas cosas en orden antes de irme, hablar con el señor Harrison Crove.
Hasta ahora Nathan se ocupaba de todo lo de la empresa, pero ahora tengo que hacerlo yo y si te soy honesta no sé ni pordónde empezar.
-No te preocupes, yo te voy a hacer de caballero al rescate.
Voy a ser futbolista profesional por pura rebeldía, pero la verdad es que mi padre todavía quiere matarme porque debía estar ahora miso dirigiendo la compañía familiar-sonrió Rex-.
Para eso me educaron, así que si alguien puede ayudarte con tus cosas, nena, ese soy yo.
Meli forzó una sonrisa llena de tristeza y Rex supo que tenía que sacarla de allí deinmediato, asi que al día siguiente a las diez de la mañana los dos estaban apareciéndose en la oficina de Harrison Crove.
- Señora Wilde -saludó él extendiendo la mano para estrechar las de Meli y Rex-.
Señor Lanning, un placer tenerlos por aquí, ¿Cómo puedo ayudarlos? Harrison Crove era un hombre de unos treinta ycinco años, muy atractivo, pero también parecía un hombre muy severo.
Tenía un semblante amable y una expresión feroz, como si fuera capaz de amenazar con mucha educación.
– Señor Crove…
– Harrison, por favor – insistió él.
-OK, Harrison, tengo intención de mudarme a Boston de manera definitiva, y queria saber qué tan factible sería mudar la directiva de la empresa hasta allá —preguntó Mila.
1 El hombre se quedó pensativo y luego se encogió de hombros.
– Bueno, la verdad no sería mucho problema.
Nuestro segundo puerto de exportación más grande está en Boston, y también tenemos un edificio de oficinas allí, así que sería solo cuestión de ajustarmuy poco.
Solo tendríamos que movernos unas pocas personas de la principal junta directiva y yo.
Digamos que en dos semanas podría estar resuelto -aseguró.
Era evidente que a Crove le gustaba demasiado su puesto, incluso como para hacer el sacrificio de mudarse.
- Muy bien, entonces prepárelo todo, por favor — le pidió la muchacha.
-Otra cosa se adelantó Rex—.
Meli necesita una tarjeta de gastos de la empresa.
En Boston ya tiene una residencia, así que no debe preocuparse por eso, pero es probable queocupe una camioneta -Claro, nos encargaremos de eso, deme un minuto -habló con su asistente y un instante después la mujer entraba por la puerta con un sobre sellado.
Ya tenía esto preparado para la señora Wilde -dijo entregándole una tarjeta de crédito-.
Como Director de esta empresa he establecido un límite de gasto mensual.
Por supuesto, si quiere retirar más no hay ningún problema, pero esto es solo por su propia seguridad, créame.
-Entiendo sonrió Meli—.
¿Cuál es el límite? -Cincuenta mil dólares.
—Meli escupió el agua que estaba bebiendo de la impresión- ¿Es muy poco? -¡Es demasiado! ¡No podría gastarme ese dineral al mes! -expresó ella.
Jamás en su vida había visto tanto dinero junto.
- Es lo normal para una accionista mayoritaria -rio Rex-.
Es una buena cantidad, está bien - le confirmó para tranquilizarla y le dio un sobre que él mismo llevaba.
Meli sacó los documentos que había dentro y se los mostró al director.
– Bien, señor Harrison, esto es para usted.
El hombre lo revisó con rapidez y negó.
- No, lo siento señora Wilde, pero no puedo aceptar esto.
-Sí que puede -aseguró Meli-.
Le estoy cediendo el uno por ciento de mis acciones, ahora esta también es su empresa.
La empresa prospera, usted prospera; la empresa pierde, usted pierde.
Harrison se echó atrás en su silla y le sonrió, era bueno tener una dueña queno fuera una inútil.
-Y adivino que el señor Lanning aquí presente, debe haberla instruido en cómo fidelizar adecuadamente a un Director ejecutivo.
-Rex se encogió de hombros con gesto inocente y los tres rieron-.
Su padre estaría orgulloso, señor Lanning, apuesto a que no ve la hora de que usted esté dirigiendo sus empresas.
-Así es, pero yo me tomaré mi tiempo primero.
- Está bien, le agradezco mucho el detalle, señora Wilde, me aseguraré de tener todo en orden y nos veremos en Boston en dossemanas.
Rex y Meli se despidieron de él y la muchacha salió con la cabeza un poco aliviada, era bueno tener hombres como aquellos de su parte.
Rex la llevó a casa, pero apenas estaban doblando por el corredor cuando vieron a Nathan depie frente a la puerta del departamento.
-¿Quieres que me quede? - preguntó el muchacho con preocupación.
—No, te lo agradezco, pero es mejor si resuelvo esto sola-murmuró ella.
– Bien, te veo en la tarde entonces.
Rex se despidió de ella y Meli caminó con paso cansado hasta su departamento.
Abrió la puerta y se apartó para dejar que Nathan pasara, no ganaba nada con evitarlo -¿Algo que quieras decirme? -preguntó Nathan con el corazón encogido,porque se estaba muriendo de celos y sabía que no debía.
-Rex me está ayudando con algunas cosas de la empresa, ya ves que no sé nada de eso – murmuró Meli esquivando su mirada-.
¿Y tú? ¿Necesitas algo? Nathan sintió como si un hierro candente le traspasara el pecho.
-Todo, lo necesito todo de ti.
Te amo, Meli.
Te amo tanto que me duele…
-susurró con los ojos cristalizados.
Sabía que no tenía derecho a sentirse así, pero amaba a Meli más que a nada en el mundo y no podía evitar que la nostalgia por ella lo consumieran.
Desesperado por demostrarle lo mucho que significaba para él, se inclinó y capturó sus labios en un beso abrasador.
La pasión se desató en un instante y en otro terminó mientras Meli apretaba los puños y daba unpaso atrás.
Extendió la mano y la tomó de la Nathan entre las suyas, mirándole profundamente a los ojos.
-No hay nada que no daría por ti - susurró-.
Yo también te amo.
Pero no hay nada que hacer con esto, los dos lo sabemos.
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