Capítulo 1217
El todoterreno verde corría como una ráfaga de viento por la sinuosa carretera vacía.
Después de conducir durante media hora, el coche se detuvo en la puerta de los Cáceres.
Stephen puso una mano en el volante y miró a la chica que estaba a su lado. “Sal del auto.”
Lilian lo miró con furia y’dijo con frialdad: “Stephen, ¿es esto un truco tuyo? Te pedí que me llevaras a casa. ¿Por qué me llevas a Howard?“.
Penso, <This bastard did it on purpose.
Quiere humillarme.
No le tengo miedo
Intenta jugarme una mala pasada. ¿Cree que soy una niña pequeña?>
“¿Cuál es la diferencia? De todos modos, te vas a casar con Howard. ¿Por qué no vas con él directamente?” dijo Stephen
casualmente.
La ira ardía en el pecho de Lilian.
Pensó, <He’s such a bastard!
Vamos a esperar y ver. Cuando llegue a casa, le pediré a papá que lo mate.>.
“Me vengaré de ti. Te atreves a secuestrarme y dejarme aquí. Esperemos y veamos. Te haré sentir miserable“, maldijo Lilian mientras abría la puerta del auto.
Cuando salió del auto, escuchó a Stephen llamando a la Cáceress.
“Hola, ¿estás buscando a la señorita Lilian? La encontré. Puedes salir y recogerla…”
Antes de que terminara, Lilian volvió al auto y le tiró el teléfono de la mano.
El teléfono cayó al suelo y la pantalla se oscureció.
Sin embargo, Lilian todavía podía escuchar a la Cáceress preguntando por teléfono: “Hola, ¿quién es? ¿Quieres decir que encontraste a Lilian?”
Lilian golpeó el teléfono con el pie.
El teléfono de Stephen fue aplastado.
La voz se apagó.
Un silencio sepulcral cayó sobre el coche. Lilian se estremeció de furia. Su bonito rostro se contrajo de ira y deseó hacer pedazos a Stephen.
“Stephen, ¿estás tratando de arruinarme?”
¿Cómo podía decirle a la Cáceress que la habían encontrado?
Neisetal era un lugar conservador.
¿Qué pensaría la Cáceress de ella? ¿Cómo se sentiría su padre?
Pensarían que había perdido la virginidad.
Aunque no quería casarse con Howard, no podía permitir que el oscuro asistente de su padre empañara su reputación.
Fue desvergonzado por parte de Stephen jugarle una mala pasada.
Stephen miró a la niña que gruñía. No le importaba su teléfono aplastado y, en cambio, dijo con una sonrisa fría: “¿No estás agradecido por mi ayuda?”
“¿Me estás ayudando? Me estás arruinando. ¡Eres un idiota!” Lilian sintió que estaba perdiendo el tiempo con él. “Llévame de vuelta a mi casa“.
“Lo siento, señorita Lilian. No puedo llevarla a ningún otro lado. Por favor, salga del auto“, dijo Stephen con indiferencia. Parecia frío y feroz a la luz de la luna como un demonio del infierno.
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