Capítulo 291
—¿Anastasia Torres? ¿Ella podría ser la hija de esa policía? Interesante… — bufó Raúl con molestia cuando escuchó las palabras de Alma. Un brillo peligroso se reflejó en sus ojos en el siguiente instante y, apretando los dientes, gruno: -La madre ya era una molestia, pero nunca pensé que la hija sería una más grande.
Raúl planeó el secuestro de Elías cuando el tenia seis años. Fue una lástima que no consiguiera deshacerse de él debido a esa policía que se sacrificó para salvarlo. Tenía la sensación de que Elías continuaba compensando a la familia Torres porque Anastasia era la hija de dos años de esa policía cuando ocurrió el incidente. Incluso adivinó que Elías tenía intenciones de casarse con ella. La familia Torres solo podría culpar a su suerte por haberlos involucrado con el de nuevo.
-Padre, ya me decidí a hacer mi movimiento. Tengo la certeza de que conseguiré el corazón de Elías.-Alma alzó su hermoso rostro hacia él. Como su hija adoptiva, había crecido bajo su cuidado, así que se sentía en deuda con Raúl.
-Está bien. No me decepciones. Yo investigare a Anastasia.
Para Raúl le era difícil dejar de lado el resentimiento que sentía cuando recordaba cómo Elias lo había corrido ese mismo día. Aún más importante, el enorme Grupo Palomares seguía en sus manos. A pesar de que el tenía la sangre de la familia Palomares corriendo por sus venas, no
podía obtener ni un centavo del grupo.
Eva fue hacia el chalé para una visita rápida. Al ver que estaba en silencio y que Anastasia se había quedado dormida, lo único que pudo hacer fue avisarle a su sobrino que la cuidara muy bien. Después fue a ver a Helen. La joven seguía llorando mientras, le explicaba con desesperación que debido al miedo casi ahogó a Anastasia. Al final, Eva regresó a descansar cuando ya era muy tarde. Helen se quedó sentada en su cama, mientras Daniel le masajeaba los hombros con gentileza.
-Daniel, ¿de qué otra forma podría llamar la atención de Elías?
-¿Por qué te haces esto, Helen? – preguntó al escuchar eso y trató de persuadirla. — Tendrás una buena vida aun si dejas al presidente Palomares en paz. Él no permitirá que sufras.
-¿Qué sabes tú? -cuestionó mientras se levantaba y le volteaba sus ojos.
Era claro que no había modo de que Daniel entendiera su ansiedad. Si llegaba el día en que Anastasia se convirtiese en la esposa de Elías, los días de felicidad de Helen se acabarian, sobre todo después del incidente de esta noche, el cual, en definitiva, haría que Anastasia la odiara todavía más. Con eso en mente, aunque estuviera fuera de su alcance, Helen estaba determinada a destruir la relación entre ellos dos y lo haría con sus propias manos de ser necesario.
-Helen, en verdad yo… —Daniel parecía que tenia dificultad para hablarle mientras la veía.
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