Capítulo 383
Pronto, Anastasia recordó las palabras de su padre: le dijo que su madre se había visto obligada a salvar una vida inocente debido a que la situación se veía demasiado critica; después de todo, sabía que su madre jamás se habría quedado de brazos cruzados al ver que un niño de 6 años estaba a punto de morir. Convencida de que todo ser humano tiene en su instinto la motivación de proteger a los débiles, entendió porque arriesgó su vida.
– No los culpo, ni a ti, ni a tu abuela -dijo ella, no obstante, tampoco estaba totalmente convencida de poder dejar atrás el pasado, ya que Raúl le había metido ideas en la cabeza sobre Elías, y sabía que, de manera indirecta, él seguía teniendo algo de culpa en la muerte de su madre, por lo que no podia estar con el-podríamos ser amigos.
Elías estaba molesto ante la mención de ser amigos, ya que creia que era una respuesta irónica luego de que intentó consolarla.
«¿Amigos? ¡Claro que no! i Jamás podríamos ser amigos!».
-Bueno, supongo que luego de algo de tiempo los amigos también pueden enamorarse y convertirse en pareja, ¿no crees? -dijo Elías para dar su punto de vista.
A lo que Anastasia apartó la mirada y respondió:
– No, en ese caso seremos amigos o extraños.
A pesar de que la mujer estaba siendo fría con él, Elías podía entenderla, pues sabía que Raúl le había dicho muchas cosas desagradables que la hicieron querer rechazarlo.
-De acuerdo, en ese caso, respeto tu decisión y seremos amigos. -Elias dio un paso hacia atrás, pero no sin antes, darle una orden-, sin embargo, quiero que sepas que, si algún día piensas casarte, será conmigo.
Anastasia se quedó sin palabras ante su comentario, al tiempo que pensaba que su carácter dominante y posesivo no había cambiado ni un poco.
-Lo mismo va para mí, jamás me casaré con nadie que no sea contigo -no tardó en añadir el hombre.
El rostro de Anastasia se sonrojó mientras la vergüenza la abrumaba.
-Mi decisión de casarme no es algo que deba importarte a ti, y lo mismo ocurre con la decisión que tú puedas tomar -dijo ella.
A lo que Elías sonrió.
-Bien, entonces creo que seguiremos solteros por el resto de nuestras vidas.
«Bien, el gana”.
Al tiempo que Anastasia se palmeaba la frente con impotencia, Franco regresó a la empresa; cuando se enteró de que Elías estaba en la oficina, se acercó rápidamente a saludarlo.
Comments
The readers' comments on the novel: ¿Tuvimos un hijo