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Las palabras de aquella loba aun resonaban en la cabeza de Clara acostada en una esquina hecha una bola. Su cuerpo dolía ya recuperándose del ataque recibido antes. Sus recuerdos eran difusos durante el suceso. No sabía si por la mezcla de emociones, o por el miedo, o porque había perdido la conciencia, varias veces. Eso no quitaba que se tuviera asco y que temblara como si pudiese quebrarse en cualquier momento. Su cuerpo había sido mancillado. Aunque a esa altura ya no le importaba.
Tampoco se abría sentido bien junto a sus mates. Ella nunca los había aceptado en ningún momento. Les tenía miedo. Ellos… ellos.
Acercó su boca al plato de comida que estaba delante de ella. Tenía ganas de vomitar, pero sabía que al menos comer no la haría pensar.
-Yo tú no comería eso – oyó la voz de una loba amarrada cerca de ella, con un cachorro pequeño durmiendo como una bola entre sus patas que al igual que su madre estaba delgado y demacrado, no muy diferente a todos a su alrededor- La comida que nos dan la drogan muchas veces y después no sabemos que pasará con nosotros, por eso no comemos. Tú estás en tu celo, de seguro tiene algo para estimularlo aún más. Puedo oler el olor del macho reproductor de ellos en ti.
Clara se hizo aún más bola temblando angustiada. De recordar los ojos de aquel lobo se estremecía. Y pensar estar en la misma celda con él de nuevo… no, no quería eso…
-¿Tú tienes un mate? – la pregunta de la misma loba interrumpió su angustia y respondió con un movimiento ligero de su cabeza.
Al abrir la boca su voz temblaba.
– La verdad… tengo dos mates.
La loba se mostró realmente impresionada.
-Eso es fabuloso. Ya tener uno es una bendición. De seguro dos sería maravilloso.
Clara agitó la cabeza con fuerza.
– No, no lo es. Los odio, los detesto – gimió con dolor en su pecho- Ellos solo me encerraban, me amarraban, solo me querían como un ser para aparearse, no me querían, me daban miedo. Ellos no eran buenos- si estuviera transformada lloraría a lágrima tendida. No se dio cuenta que estaba gritando y que los demás la miraban fijamente.
La loba bajó la cabeza y lamió el morro de su cachorro que se había removido.
-A los machos hay que entrenarlos- fue la respuesta de ella-Y más si son brutos y dominantes. Se guían por su instinto y lo que este dicte. Eso hace que sean sobreprotectores hasta un punto que pueden hacerle daño a su pareja sin darse cuenta- acarició el lomo de su hijo con la punta de la nariz, Clara admiró por un momento esta escena, nunca se imaginó que un cachorro fuera tan hermoso, en la manada ni siquiera se atrevía a verlos- ¿Tú… hiciste tu parte con ellos?
Clara la miró extrañada.
-¿Por qué tengo que hace algo?
Escuchó un resoplido de otra hembra un poco más lejos.
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