Capítulo 581
Camila no pudo esperat a Héctor, así que decidió a buscarlo por su cuenta.
No importaba que Héctor no la buscara, ella tomaría la iniciativa.
Fue al casino, donde preguntó a un guardia: Hola, ¿está Héctor?
El guardia sonrió y dijo: Otra lindura buscando Héctor, señorita, hoy Héctor no está.
Camila preguntó: ¿A dónde se dirigió?
a
El guardia respondió: -Héctor se fue de fiesta al bar con la señorita Melis hoy.
¿Señorita Melis?
¿Es aquella mujer voluptuosa y sexy, Melis?
¿Héctor se fue de fiesta con Melis al bar?
Al ver la expresión de decepción en el rostro de Camila, el guardia sonrió y dijo: -¿Te gusta Héctor? Olvídalo, Héctor ya tiene dueña.
Camila se sorprendió: -¿Qué quieres decir? ¿Héctor está enamorado?
-Sí, Héctor y la señorita Melis ya están oficialmente juntos, todos lo sabemos.
El corazón de Camila se hundió instantáneamente, ¿Héctor estaba saliendo con Melis?
No es de extrañar que no la buscara, resulta que estaba enamorado.
¿Entonces qué era ella?
Camila se dirigió de inmediato al bar, tenía que encontrar a Héctor.
Al llegar al bar, rápidamente vio a Héctor en un lujoso reservado, hoy él llevaba una camisa blanca que delineaba su cintura atlética y sus líneas musculares, junto con su atractivo rostro con cabello corto, Camila pudo reconocerlo entre la multitud de inmediato.
En su memoria, Héctor solía vestir más de negro, esta era la primera vez que lo veía con una
camisa blanca.
Se veía muy bien con camisa blanca.
El bar no estaba muy concurrido, pues hoy había sido reservado por Héctor, quien estaba sentado en un sofá, con Melis a su lado, rodeados por un grupo de guardias de la mafia.
-Ven, Héctor, fuma un cigarrillo.
Alguien le pasó un cigarrillo a Héctor.
Pero Melis lo detuvo: -No dejes que fume.
¿Por qué, señorita Melis?
Melis miró a Héctor con timidez y dijo:
Porque Héctor y yo nos vamos a casar pronto, y
después de la boda vantos a empezar a intentar tener un hijo, ino se permite fumar!
Jajaja.
La gente se rio a carcajadas: Resulta que Héctor y la señorita Melis se van a casar pronto, felicidades.
-¡Todos asistiremos a su boda!
Melis miró a Héctor con alegría.
Héctor se recostó perezosamente en el sofá, extendió su brazo para abrazar a Melis y la atrajo hacia su regazo
Los alrededores se llenaron de aclamaciones de buenos deseos.
Camila, de pie a un lado, observaba la escena sintiendo que su corazón se rompía. Aunque el guardia había dicho que Héctor y Melis estaban saliendo, no lo había creído hasta que lo vio con sus propios ojos.
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