[Isabel]
— Buenos días Isabel — Me susurra Quentin al oído y yo volteo a verle de inmediato. Él me pega contra su cuerpo y comienza a besarme sin aviso previo.
El beso es sensual y muy lento, como si quisiera probar cada movimiento que le pudieran dar mis labios, yo me dejo llevar, sus labios sensuales son adictivos y en este momento me hacen sentir deseada y feliz después de todo lo que pasó hace meses atrás.
Nos separamos para tomar aire, él me sonríe y con una de sus manos acaricia mi rostro mientras me ve a los ojos.—Eres tan bella Isabel.— Dice bajito y yo no respondo pero con mi mirada digo todo.—Me encanta estar junto a ti, nunca quiero que te vayas, que discutamos.
Ahora soy yo quien se prende a sus labios y comienza a besarle con todo el deseo que traigo dentro, fuego en otras palabras uno que estuve acumulando durante meses. Quentin ha venido a despertar en mí a la Isabel que muere de deseo por tenerle, esa que lo extrañó a morir. Él comienza a acariciar mi cuerpo, va por mi cuello bajando hacia mis brazos, cintura y piernas. Su mano fuerte se prende de una de ellas y la levanta dejándole más acceso a mi intimidad, que debo admitir, va despertando poco a poco el deseo en ella.
Le sigo el juego, en este momento parecemos dos adolescentes descubriendo el cuerpo del otro mientras esperamos que en cualquier momento nos descubran. Una de mis manos baja a su playera que trae por pijama y poco a poco busco un hueco para levantarla y tener contacto contra su piel. Puedo sentir sus abdominales y contar cada uno de sus músculos mientras su piel responde a mis caricias.
—Para ser un cuarentón o estás tan mal ¿eh?— Le murmuró y él sonríe sobre mis labios.
Subo un poco más y llego a su pecho, al sentirme, Quentin me pega más a él colocando una de sus manos en mi trasero y haciendo que nuestras intimidades se junten, acariciando mis glúteos y apretándolos.
—Me encantan tus glúteos, tienes el trasero más sexy que he visto.— Me dice bajito y sensual.
Tenía tiempo que no sentía su miembro excitado cerca de mí, y el roce de Quentin me provoca de maneras inimaginables, la verdad es que a veces no puedo creer la suerte que tengo al haberle conocido, algo bueno debí haber hecho en otra vida.
Deslizo mi mano derecha de su abdomen hacia su ingle y sin rodeos comienzo a acariciar su miembro por arriba del bóxer provocando que él gima despegando ligeramente sus labios de los míos.— Isabel.— pronuncia mi nombre mientras continuo.—Te amo — Murmura y yo sonrío inmediatamente al escuchar esa frase.
—Te amo más.— Respondo.
Dejo por un instante de tocarlo, y tomo con mi mano la suya que tiene libre en ese momento y la llevo a mi braga.—Tócame Quentin.— Le susurro con deseo.—Te lo pido.
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