[Quentin]
Después de unos maravillosos días en Sicilia, la tierra del mítico “Padrino”, Isabel y yo nos pusimos en marcha ahora hacia la Isla de Comino, en Malta, uno de los lugares que personalmente yo tenía muchas ganas de conocer por sus hermosas aguas tan transparentes que permite bucear, una actividad que quería compartir con ella.
Debo confesar que durante todo el viaje he tratado de hacer actividades donde ella no tenga que caminar tanto, ya que me da un poco de miedo que esto le cause algún tipo de dolor y la haga sentir incómoda. Sin embargo, Isabel ya domina el bastón como toda una experta, como si toda la vida lo hubiera traído, y lo combina a la perfección con sus conjuntos de ropa, lo que le da un toque de elegancia increíble. La veo y sonrío, mi valiente y guapa esposa que poco a poco se suelta más y empieza a utilizar más vestidos y faldas mostrando sus piernas y hoy será la prueba de fuego.
Ella sale del baño, en este nuevo hotel donde nos estamos quedando en Comino vistiendo un hermoso traje de baño rojo con escote profundo y me lo modela.
―¿Cómo se me ve?
―Precioso, me encanta.― Le digo mientras tomo un poco del bloqueador solar entre mis manos y voy hacia ella para untarlo sobre los hombros y los brazos. El aroma de esta mañana es el de ella, uno que me gusta más que todos los que usa.
Termino de cubrirla con el bloqueador solar, la volteó para quedar de frente y sus ojos brillan, de la misma forma como lo hicieron la primera vez que la vi.
―¿Qué pasa?
―Nada, que creo que tienes los ojos más hermosos que he visto. Si tenemos una hija en el futuro quiero que los tenga.
―Sólo si lleva tu sonrisa.― Responde y automáticamente la hago.― Con esos dos hoyuelos preciosos, sabes, dicen que las personas con hoyuelos en el rostro son más alegres, seguras, confiables y comunicativas.
―¿Ah sí? Y ¿Acaso yo tengo alguna de esas características?
―Sí, y todo por dos, porque son hoyuelos dobles, además de otras cualidades.
―Yo también leí sobre los lunares en la comisura de los labios.
―¿Ah si? Y ¿qué dice?
― Que son muy sexies y son una marca de belleza y que se deben besar mucho. ― La beso e Isabel sonríe sobre mis labios.
―Puros besos entre los dos los desgastarás.― Se queja de broma.
―No te preocupes mi amor, yo los arreglaría.
Isabel se aleja, se pone un albornoz transparente de color blanco y las gafas de sol―¿nos vamos?
―Vamos.― Respondo.
De la mano bajamos hacia el lobby para después caminar hacia la playa donde sale el pequeño bote que nos llevará a estas lecciones privadas de buceo, no sin antes enseñarnos como respirar y ponernos el traje que nos protegerá cuando estemos abajo.
Entonces, cuando estamos listos, Isabel y yo nos sugerimos en el agua y comenzamos a bucear en las profundidades de este lugar. Al principio precavidos pero después más sueltos, disfrutamos de los colores de los peces, los corales, de la hermosa arena blanca que hay debajo y tomamos fotos del fantástico paisaje submarino. Ambos, nos asombramos con todo lo que vemos ahí, mientras Isabel curiosa nada entre los peces y trata de tocarlos, yo voy hacia la arena y comienzo a recolectar algunas conchas que hay en el fondo para un proyecto personal que tengo.
Finalmente, después de una hora buceando tranquilos volvemos al bote que se dirige hacia la famosa Laguna Azul, un hermoso lugar con playa privada que nos permitirá seguir disfrutando del mar y pasarlo tranquilos hasta antes de que se meta el sol. Ahí, he reservado un servicio privado, donde sólo estaremos ella y yo disfrutando de una deliciosa comida mediterránea y típica del lugar.
Al llegar ambos nos bajamos del bote para poner nuestros pies sobre la arena y comenzar a caminar hacia el fresco toldo con camastros y comida que nos han puesto para tener un picnic en el lugar.
―¿Cuándo planeas todo? ― Me pregunta sorprendida.―Siempre que pienso que no tienes un plan en absoluto sacas algo como… esto.― Y señala el lugar.
―Y tengo muchas cosas más que mostrarte y como sorprenderte así que espera aquí.
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