Capítulo 183
Estos días, Eugenia estaba agobiada por la presión de trabajar todo el día en la casa de los Espinosa, siempre alerta por si la señorita Varela aparecía buscando problemas. La fatiga se había acumulado en su cuerpo como plomo, y el agotamiento mental la tenía al borde del
colapso.
Margarita, interpretando la actitud de Eugenia como un desafío, la fulminó con mirada despectiva.
-¡Te crees la gran cosa! Eres una simple sirvienta, ¿de verdad piensas que vales tanto? Si no trabajas tú, habrá mil como tú haciendo fila para ocupar tu lugar. ¿O qué? ¿Crees que esta familia no funciona sin ti?
Valentin frunció el ceño al escuchar aquellas palabras cargadas de veneno.
-Mamá, ya basta.
Se incorporó y condujo a Eugenia hacia el estudio con un gesto seco.
-Eugenia, si hay algo que te molesta, deberías decírmelo directamente. Conozco tu situación familiar, tu esposo sigue hospitalizado. Este trabajo no es un capricho para ti.
Dicho esto, Valentín extrajo un papel del cajón, garabateó unas cifras y se lo entregó sin
ceremonias.
-Toma, veinte mil pesos. Debería cubrir los gastos médicos de tu marido.
-Esto, esto…
Eugenia abrió los ojos impactada por el gesto inesperado.
Su esposo había caído gravemente enfermo y requería una operación urgente, pero el costo superaba los diez mil pesos, una suma imposible para su precaria economía familiar. Sin alternativas, había dejado a su hijo con su suegra en el pueblo, mientras ella se partía el lomo trabajando para juntar el dinero y atender a su esposo. Durante semanas, ante la imposibilidad de costear la cirugía, habían recibido únicamente tratamientos paliativos que apenas aliviaban
su condición.
Eugenia no pudo contener la emoción que le subió por la garganta.
-Señor, usted… ha sido muy generoso conmigo.
Valentín observó aquella gratitud desbordada, y su expresión tensa se suavizó ligeramente.
“Cualquiera que lo conociera realmente sabría que no existe verdadera bondad detrás de este gesto aparentemente altruista.”
Lo único que le importaba era sentirse como un dios ante los ojos de Eugenia.
¿Qué significaban veinte mil pesos para alguien como él? Apenas una cantidad insignificante.
1/2
17:29
Capitulo 183
Lo que realmente disfrutaba era esa sensación embriagadora de sentirse indispensable, de saberse el centro del universo para quienes lo rodeaban.
En el pasado, Esmeralda lo adoraba con devoción ciega, alimentando enormemente su ego y vanidad desmedida.
Por eso jamás permitió que ella trabajara ni que formara su propio círculo social.
Necesitaba una esposa que orbitara exclusivamente a su alrededor.
-Acéptalo, la casa necesita alguien que la mantenga en orden. Pablo es un niño inquieto y ya se acostumbró a tenerte aquí.
Eugenia se secó las lágrimas con el dorso de la mano y asintió con resignación.
-Gracias, señor Espinosa. Siendo así, me quedaré y le prometo que le devolveré cada centavo
росо а росо.
-El dinero es lo de menos. Pero insisto, ¿cuál es el verdadero motivo por el que querías irte?
Eugenia entreabrió los labios, dudando un instante antes de hablar.
-Señor Espinosa, si me permite darle un consejo, en el futuro… no confíe demasiado en la señorita Varela.
-¿Jazmín?
Comments
The readers' comments on the novel: La Falsa Muerte de la Esposa