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La Falsa Muerte de la Esposa novel Chapter 65

Capítulo 65

Media hora después, Araceli, envuelta en su delicado vestido de tul que parecía flotar a su alrededor, se acomodaba en el asiento trasero del auto de Isaac, sus ojitos brillando con una mezcla de ilusión y curiosidad.

-¿Vamos a ver a la tía Esme? -preguntó con esa voz cantarina que llenaba el silencio.

Isaac asintió, y un destello de ternura cruzó su rostro, suavizando por un instante las líneas duras de su expresión.

-Sí.

La pequeña, incapaz de contener su alegría, se movía inquieta, sus manos diminutas jugueteando con los pliegues de su vestido. Tras un rato, ladeó la cabeza, pensativa, y miró a su tío con esos ojos que parecían ver más allá.

-Tío, ¿por qué la tía no vive contigo? Si estuviera en casa, no tendríamos que salir a buscarla.

Carmelo, al volante, apretó los labios para ahogar una risita. Pobre pequeña, si tan solo supieras que tu tía tiene su propio mundoy un esposo”, pensó, lanzando una mirada furtiva al retrovisor para captar la reacción de su jefe. No se decepcionó: los ojos de Isaac se encendieron con un brillo extraño, y tras un breve silencio, extendió una mano para revolver con

suavidad el cabello de Araceli.

-El mundo de los adultos es un rompecabezas, pequeña. Lo descifrarás cuando crezcas.

-Ah, buenoentonces lo entenderé cuando sea grande -respondió ella, satisfecha, dejando que su atención volara hacia la ventana.

A punto de llegar a la casa de Esmeralda, Carmelo carraspeó, recordando un detalle que no podía pasar por alto.

-Señor Santana, ¿no cree que deberíamos llevar algo? Un detalle, quizás.

Isaac frunció el ceño, como si el comentario lo hubiera sacado de un trance.

-Tienes razón, fue un descuido. Para en el centro comercial de adelante.

-Claro, señorrespondió Carmelo, aliviado, mientras una sonrisa interna le calentaba el pecho. Mi bono de fin de mes está a salvo, se dijo.

Mientras tanto, Valentín regresaba de una reunión que lo había dejado exhausto, el aire atrapado en su pecho como si se negara a salir. Con un gesto brusco, aflojó el nudo de su corbata, dejando que la tela cediera bajo sus dedos. Jazmín, sentada a su lado, notó el movimiento y se inclinó hacia él, su voz teñida de preocupación.

-¿Qué pasa, Valentín? ¿Te sientes mal?

-Norespondió él, cortante, presionando el entrecejo con los dedos como si quisiera aplastar un dolor invisible.

16:25

Capítulo 65

-Primero deja que el chofer te lleve a casa.

-¿Ah? Pero si reservé mesa en ese restaurante que te gusta

Valentín negó con la cabeza, el fastidio creciendo en su interior.

-Mejor lo dejamos para otro día. Hoy no quiero comer fuera.

-Entonces te acompaño a casa -insistió ella, su tono suave pero firme-. Me dijiste que te gusta mi comida, puedo cocinarte algo.

Él frunció el ceño, una arruga marcándose entre sus cejas. ¿Qué le pasaba a Jazmín hoy? Siempre tan comprensiva, y ahora, sin razón aparente, su insistencia lo estaba sacando de quicio.

-Mi madre está en casa —dijo, seco-. La última vez en el kínder no se llevaron bien, mejor no

vayas.

Jazmín bajó la mirada, una sombra de tristeza cruzando su rostro.

-¿Todavía está molesta por lo de las coronas?

-No, no le des más vueltas -replicó él, cortando el tema de raíz.

Ella abrió la boca, queriendo añadir algo, pero al ver la impaciencia que ardía en los ojos de Valentín, se tragó sus palabras.

-Está bien, me iré a casa. Cuídate, por favor, y come algo a tiempo.

-Sí -murmuró él, soltando un suspiro mientras aflojaba aún más la corbata y cerraba los ojos, buscando un instante de paz.

En la casa de la familia Espinosa, Margarita dejaba escapar quejidos que resonaban por las paredes, el dolor en su pierna avivando su mal humor. Incapaz de quedarse quieta, había decidido plantarse en casa de Valentín para descargar su frustración en Eugenia.

-¡Esta sopa está hirviendo, no puedo tomarla así! exclamó, agitando una mano con teatralidad.

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